Poco más de un año después del ascenso a Primera División, el Mallorca vuelve al punto de partida, la Segunda. Con su derrota -la vigesimotercera de la temporada, récord del club en la máxima categoría, superando las 21 de la temporada 9192-, ante el Granada, el conjunto bermellón abandona la élite por la puerta de atrás, con unos números muy pobres y pagando la nefasta política de fichajes realizada el pasado verano. Los arquitectos de la plantilla, Maheta Molango y Javier Recio, han pagado su pésima gestión con la salida del club el primero y pasando el segundo de cabeza visible de la secretaría técnica a segundo de Pablo Ortells, fichado el pasado 24 de abril para poner algo de orden en el caos.

La deficiente confección de la plantilla, fiada en su mayor parte a los que lograron el ascenso a Primera, ha acarreado unas derivadas que han tenido un efecto letal sobre el terreno de juego. Ni Vicente Moreno, el artífice del regreso del club a la máxima categoría, y que pese a la mala temporada no ha sido cuestionado en ningún momento por la propiedad, ha sido capaz de enderezar el rumbo. El entrenador valenciano, que huye siempre del blanco o el negro -pocas veces dice en público una palabra más alta que otra-, es evidente que no quedó satisfecho con los mimbres que le ficharon. Pese a tener contrato hasta 2022, y a falta de confirmación oficial, no seguirá como entrenador del Mallorca, cansado de ser el único que da la cara y por el agotamiento que le han supuesto estos tres años de vértigo. En el Espanyol parece estar su próximo destino. Estos son algunos, que no todos, de los motivos por los que el Mallorca ha perdido la máxima categoría y verse obligado a empezar de cero.

Falta de gol

Treinta y ocho goles es una cifra claramente insuficiente. Con estos números, maquillados por las cinco dianas marcados al Celta el pasado 30 de junio, se hace difícil pensar en la permanencia, a no ser que dispongas de una defensa de hierro, que tampoco ha sido el caso. Budimir, una cifra de mérito en un equipo que ha descendido, con el añadido de que solo dos de ellos los ha marcado de penalti. El Mallorca, en el Visit Estadi, ha sido fundamentalmente un equipo ofensivo, que ha buscado permanentemente el gol. Pero como ocurre casi siempre en los conjuntos de la zona baja, le cuesta un mundo marcar. Ha sido una constante durante la temporada la dificultad que ha tenido el equipo para marcar, necesitando crear un montón de oportunidades para batir al guardameta rival. 25 de los treinta y ocho goles los ha transformado ante su público, una cifra baja por los merecimientos que ha hecho.

Un coladero en defensa

Si te cuesta marcar y encima encajas con facilidad se forma la tormenta perfecta. Es lo que le ha ocurrido al Mallorca, que ha sangrado por los laterales, sobre todo el izquierdo, un auténtico quebradero de cabeza para Moreno. En esa demarcación han jugado Gámez, Sastre, Lumor, Baba, el que era llamado a ser el dueño de esta plaza. Pero se lesionó de gravedad en su debut y al técnico no le ha quedado más remedio que improvisar ante las continuas lesiones de Lumor, la última ante el Celta. El lateral izquierdo ha sido una autopista para los rivales. Pozo se hizo con el lateral derecho a la vista del escaso rendimiento de Sastre. Raíllo y Valjent han sido indiscutibles en el centro de la defensa, que junto a Reina, posiblemente el jugador más regular de la temporada, han rendido con creces pese a los 63 goles encajados, una cifra que te condena al descenso.

Como local, fiable pero menos

27 de los 32 puntos que ha sumado el equipo los ha conseguido en su estadio, una cifra más que digna y mejor que algunos de los equipos ya salvados. Es verdad que ha sido en Palma donde el grupo más ha competido, plantando cara a la mayoría de sus rivales, incluido el campeón Real Madrid (1-0), pero ha perdido más partidos de la cuenta, ocho, por tres empates. Es decir, en once encuentros no ha sido capaz de ganar, lo que da una idea de la mediocridad de la plantilla. Especialmente doloroso fue el empate ante el Leganés, en un partido que estaba marcado en rojo para seguir alimentando las opciones de permanencia. Pero el rendimiento del equipo, sorprendentemente ayudado por un planteamiento excesivamente conservador de Moreno, algo inusual, fue decisivo para que al final ambos equipos se condenaran con el reparto de un punto para cada uno.

De visitante, un problema que viene de lejos

Con cinco puntos a domicilio en toda la temporada y 41 goles en contra, por solo trece a favor, es muy complicado pensar en un objetivo mínimamente ambicioso. El Mallorca de Primera ha arrastrado los problemas del equipo que ascendió la temporada pasada. Logró subir pese a sus discretos números a domicilio. Es un contratiempo al que Moreno no le ha sabido poner solución. Sus equipos, al menos el Mallorca, es uno en casa, competitivo, ofensivo, intenso; y otro fuera, timorato, sin punch arriba y con habituales errores groseros en defensa que le acaban pasando factura. Este ha sido el retrato del equipo lejos del Visit Estadi.

Regreso letal tras el parón

Cuando se interrumpió la Liga por la pandemia del coronavirus, a mediados de marzo, el Mallorca estaba de subidón tras su victoria en Eibar, la primera y única a domicilio en toda la temporada. Se colocó a un punto del Celta y a dos de los guipuzcoanos. Con once jornadas por delante había motivos para pensar en la salvación. Pero cinco jornadas después, los de García Junyent estaban a cinco puntos y los de Mendilíbar a nueve. La consecuencia de haber sumado únicamente hasta esa jornada un punto por ocho de sus máximos rivales para conseguir la permanencia. El complicado calendario que le quedaba al Mallorca, con visitas al Real Madrid, Athletic, Atlético y Sevilla, y la llegada del Barcelona a Palma, lógicamente ha influido. Pero también el estado de forma del equipo. El jugar cada tres días ha supuesto una losa demasiado pesada para los hombres de Moreno que, dada la poca amplitud de su plantilla, se ha visto poco menos que obligado a contar siempre con los mismos doce o trece jugadores. Con un grupo más competitivo hubiera sido inimaginable el estreno de Luka Romero, que ante el Real Madrid se convirtió, con 15 años y 219 días, en el debutante más joven en Primera en la historia de la Liga. Es un hecho que el equipo no ha dado la talla cuando más falta hacía.

Dieciséis penaltis en contra, mucho más que una anécdota

Seguramente el Mallorca tiene muchos motivos para quejarse por la facilidad con la que los árbitros les han pitado penaltis. Hasta un total de dieciséis, una barbaridad, en lo que supone un récord en la historia de la Liga, que han costado muchos puntos. Pero también es verdad que muchos de ellos han sido claros, como el pitado a Sedlar sobre Morata o, el último, las claras manos de Pozo ante su Sevilla. Cuando a un equipo le señalan tantos penaltis es porque, normalmente, defiende mal. Y es lo que le ha pasado al colectivo de Moreno, castigado por la inocencia de algunos de sus jugadores, especialmente Lago, protagonista de tres infracciones en las áreas, la última en San Mamés. Tampoco se puede quejar el equipo de las penas máximas a favor, ya que le han señalado diez, el segundo tras Real Madrid y Villarreal, el último frente al Celta que abrió la goleada a los gallegos (5-1).

El sello Moreno se diluye

Tras el regreso del parón obligado por el coronavirus, las señas de identidad del equipo desaparecieron casi por completo. Al colectivo de Moreno se le ha visto sin la garra habitual en el duelo ante el Leganés o la primera parte en San Mamés, sin el sello característico de los equipos del técnico valenciano. El paso de las jornadas, pasadas casi todas con derrotas, afectaron moralmente a unos jugadores que, si algo sabían, era levantarse después de un varapalo. El problema es que esta temporada han sido muchos y seguidos.

Jugadores que no han dado la talla

La Primera División ha dejado retratado a más de un jugador. Son varios los que han corroborado que la máxima categoría les viene grande. Joan Sastre, que tan buen rendimiento ofreciera las dos anteriores temporadas, ha sido una decepción. Moreno confió en él para el lateral derecho, pero su pobre rendimiento le expulsó de la titularidad, que ya no recobró. Fran Gámez se ha ubicado en los dos laterales, también con un rendimiento que ha dejado mucho que desear, pese a su entusiasta entrega. Marc Pedraza ha perdido todo el protagonismo ganado la temporada pasada en favor de Baba, una de las revelaciones del curso. El catalán ha quedado incluso fuera de las convocatorias durante muchas jornadas. Se despidió como titular ante el Barcelona. Después se lesionó. Acaba contrato y no seguirá. Lago Junior ha sido otra de las decepciones. Titular buena parte de la temporada, a Moreno no le quedó más remedio que dejar de confiar en él por su bajo rendimiento. Abdón, el héroe del ascenso con su gol al Deportivo, y uno de los rostros del descenso por sus lágrimas sobre el césped tras caer ante el Granada, también ha sido un jugador testimonial. Budimir y Cucho le han cerrado el paso.

Política de fichajes errónea

El principio de todos los males. Se fichó mal y a toda prisa. La llegada de futbolistas de segunda fila como Trajkovski, Alegría, Chavarría, Salibur, Baba Rahman, Señé o Ki Sung-Yueng ha sido una carga difícil de sobrellevar para Moreno. Tanto jugador mediocre, como el tiempo ha demostrado, llevó a Dani Pendín, segundo de Moreno, a alzar la voz en la concentración de pretemporada de Málaga: "Queremos jugadores que conozcan la Liga", dijo en un mensaje dirigido al entonces CEO Maheta Molango, de quien obtuvo rápida respuesta: "Nosotros nos dedicamos a fichar y los entrenadores a entrenar", dijo con su característica soberbia. Solo Cucho, que no debutó hasta octubre por llegar lesionado, y Kubo, cedido por el Real Madrid, han dado rendimiento, más el japonés que el colombiano. La desgracia también se ha cebado en el equipo con el fichaje de Koutris, que se lesionó en su debut cuando apuntaba a titular en el lateral izquierdo. Y algún jugador, como Febas, de contrastada calidad, no demostró lo que prometía.

Nula efectividad en jugadas de estrategia

El dato es demoledor. El Mallorca ha lanzado más de 150 saques de esquina durante la temporada y se ha mostrado incapaz de marcar un solo gol de estrategia. Este tipo de acciones son responsabilidad de Pendín, que no ha encontrado la fórmula para batir a los rivales en este tipo de acciones.

23 derrotas, el peor registro en Primera

Nunca antes, en la historia del Mallorca en Primera, se habían cosechado tantas derrotas, ocho en casa y quince fuera . En determinados partidos el equipo se ha mostrado muy inferior a sus rivales, pese a que no se han encajado goleadas de escándalo, como no sea el 0-4 ante el Barça en el primer partido tras el parón por el coronavirus.