El Mallorca se ha insuflado un poco de vida y mantiene un hálito de esperanza de seguir un año más en Primera División. La tarea es tan titánica que los de Vicente Moreno precisan sumar, además de los tres puntos que le quedan ante el Granada en Palma, un mínimo de cuatro puntos en otros dos partidos que se jugarán en campo contrario, contra el Sevilla, el próximo domingo, y en Pamplona ante Osasuna en la última jornada.

Si pensamos que en 17 partidos lejos de Son Moix, solo ha sumado en tres, una victoria y dos empates, se verá que las estadísticas no se decantan por un final feliz.

Ocurre que en el fútbol muchas veces lo que mandan son las sensaciones y ayer el Mallorca las acumuló de carácter positivo. El equipo salió a por el partido desde el primer minuto y tuvo el premio del gol inicial del Cucho tras lanzarse sobre la portería de un Levante del que se notó demasiado que tenía los deberes hechos. En la segunda mitad, Moreno decidió aguantar con lo que tenía -si mira al banquillo no tiene mucho donde elegir- y aunque el síndrome Leganés sobrevoló Son Moix, llegó antes el gol de Kubo que certificó un triunfo vital, logrado además sin que el rival, por fin, perforara la meta de Reina.

Tras el empate entre el Eibar y el Leganés y si el Real Madrid hace hoy los deberes y le gana al Alavés, el Mallorca se ha ganado la posibilidad de soñar, aunque todo pasará por no perder en Sevilla el domingo.