"Vamos, carajo". A Cucho Hernández no le salió otra expresión cuando se quitó un enorme peso de encima. Con un sensacional testarazo, adelantándose al defensa, se aprovechó a la perfección del gran pase de Pozo para adelantar al Mallorca ante el Levante. Su grito se oyó nítido por todo el estadio, una de las pocas ventajas para los curiosos de que no haya público en las gradas.

Ese gol, como su cántico, fue una liberación para el delantero colombiano, que pocas veces se mostró tan activo como en el duelo de ayer en el Visit Mallorca. Ese tanto, en el minuto treinta y nueve, fue el primer paso para lograr una victoria trascendental para los bermellones, pero también sirvió para que el ariete aumentara su autoestima para los tres últimos partidos de Liga. Fue su cuarta diana del curso, la misma cifra que anotó en el Huesca la pasada temporada, aunque aspira a que el desenlace sea diferente porque los aragoneses no pudieron evitar el descenso. Y en ello está el sudamericano, que con su característica espontaneidad no ocultó su enfado con gestos de desaprobación e incredulidad cuando Moreno decidió sustituirle en el minuto setenta y cinco. Quizá el técnico quería darle descanso para la batalla del domingo en el Pizjuán, pero eso no estaba en la mente del internacional. De hecho, por eso había mordido más que nunca con la camiseta del Mallorca.

A los dos minutos ya había ensayado un cabezazo que se fue fuera. Y después también se lució elaborando una contra con Fran Gámez por la izquierda que Dani Rodríguez no pudo aprovechar. Hasta que llegó su premio para alegría también de sus compañeros. Por algo es uno de los jugadores con más carisma del grupo, a pesar de que lleva menos de una temporada con ellos. Y fantasea con la posibilidad de conquistar la salvación. "Ilusión", escribió en las redes sociales el sudamericano tras el partido. "Vamos, carajo".