"A los entrenadores les pagan por tomar decisiones". Este es uno de los tópicos que rodean al fútbol que aparecen antes, durante y después de los partidos. Cuando Vicente Moreno cambió ayer el sistema en el minuto cincuenta y dos, con el resultado a favor (1-0) ante el colista Leganés en el Visit Mallorca Estadi , sorprendió a más de uno. No en Son Moix, ya que no había absolutamente nadie en las gradas para mostrar su agrado o repulsa, pero sí se detectó en un sector de las redes sociales, uno de los medidores de los nuevos tiempos. Su idea era clara. El equipo estaba empezando a sufrir de lo lindo con las ofensivas del Leganés y apostó por dar entrada a Xisco Campos y sentar a Dani Rodríguez, que no había estado nada fino. Es decir, quitaba un centrocampista para alinear a un zaguero, por lo que el dibujo se transformaba en una defensa de cinco. Buscaba reforzar atrás, pero implícitamente enviaba el mensaje de hacer daño en velocidad a la contra con mucha menos elaboración. El problema es que antes tampoco tenía la posesión. Sin embargo, a partir de ese momento el Mallorca empeoró todavía más. La pelota le duró menos y los pepineros elevaron su peligro y se convirtieron en los dueños del encuentro. Eso sí, los madrileños estaban lastrados por su falta de puntería y las buenas intervenciones de Manolo Reina.

El Mallorca no daba más de cinco pases seguidos y transmitía la sensación de que estaba a merced del adversario, con un ojo en el reloj. Incluso el preparador valenciano retiró a Salva Sevilla, el autor del tanto bermellón, para dar entrada a Señé, que llevaba muchas jornadas sin tener minutos. Y el equipo resistió como pudo, hasta que sucedió lo inevitable. Óscar Rodríguez se sacó de la chistera un golpeo descomunal para llenar de zozobra al mallorquinismo justo antes de buscar culpables con ira. Y Moreno, cosas del fútbol, fue el blanco de las dianas.