Una odisea con final feliz. No se puede calificar de otra manera la experiencia que vivió el entrenador del ADA Calvià de atletismo, Sergio Fernández, hace unas semanas. Después de una temporada invernal de competición y entrenamientos, varios atletas de este club mallorquín se disponían a viajar a entrenar y hacer su preparación en altitud en Ifrane (Marruecos) de cara a los Juegos Olímpicos.

El comienzo de la concentración estaba previsto para el 20 de marzo. Allí se reunirían varios atletas internacionales del ADA Calvià Vistasol, además de su entrenador, el mallorquín Johny Ouriaghli y otros atletas y entrenadores de otros países para compartir entrenamientos.

El 12 de marzo Sergio Fernández, otro de los técnicos del club, cogió un vuelo con su mujer Isabel, que es médico y el atleta olímpico español, Abdelaziz Merzogui. La intención era hacer una semana de turismo por varios lugares de Marruecos, como Fez, Marrackech y Agadir, entre otros, antes de incorporarse a la concentración prevista.

Cuando llegaron a Agadir la policía marroquí se puso en contacto con ellos, algo que les sorprendió enormemente. La razón era inesperada. Les estaban buscando porque uno de los pasajeros que volaba en el vuelo a Fez estaba infectado por el coronavirus. Urgentemente tuvieron que coger un coche y conducir toda la noche hasta llegar a Ifrane porque el gobierno marroquí les había confirmado que estaban obligados a hacer cuarentena en un apartamento de esta ciudad. Por ese motivo el grupo de entrenamiento no se pudo desplazar conjuntamente con su entrenador.

Sergio Fernández y Abdelaziz Merzogui, sabiendo que no podían salir a entrenar y que iban a estar un tiempo encerrados, se mentalizaron de que debían prepararse para entrenar en la casa de Ifrane. Fernández tiene una enfermedad del riñón que necesita medicación, pero el medicamento que necesita es difícil de conseguir. Y ahí empezó el problema de verdad para el entrenador, que agotó la medicación y se dio cuenta de la imposibilidad de conseguirla, sobre todo en un momento de nervios e incertidumbre por lo que estaba pasando por todo lo relacionado con el covid-19.

El problema es que si no se tomaba la medicina podía sufrir daños irreversibles en su organismo. Intentaron por todos los medios, sin poder salir de su confinamiento, ponerse en contacto con la embajada Española y el Govern balear, pero no obtuvieron ninguna respuesta. Hasta que el atleta Abdelaziz Merzogui consiguió contactar con un médico que puso fin a la agonía. Y quedaba todavía lo mejor.

Después de las últimas semanas tratando de hacer todo lo posible para regresar a Mallorca, por fin lo consiguieron. Volaron de Casablanca a Madrid, y de ahí a la isla para volver a estar en casa el pasada sábado y poner fin a una historia que puso más a prueba su capacidad de resistencia más que el propio atletismo.