Para anunciar la llegada de Ki Sung-Yueng el Real Mallorca publicó ayer una fotografía del futbolista surcoreano, flanquado a su derecha por el consejero Graeme Le Saux y a su izquierda por el director deportivo Javi Recio. El asiático se convirtió ayer en el primer fichaje del club tras la inesperada destitución del Maheta Molango el pasado 11 de febrero.
La instantánea, más allá de anunciar la llegada del nuevo futbolista, es toda una declaración de intenciones por parte del club. Primero, porque la propiedad americana muestra su respaldo a Javi Recio, mano derecha de Molango hasta su destitución y a quien, parece, no atribuyen los motivos que provocaron la salida del ya exconsejero delegado; y segundo, el peso que toma en la entidad bermellona Graeme Le Saux, quien suplirá la figura del directivo suizo, al menos, hasta final de temporada.
Le Saux, nacido en Jersey, se ha mantenido siempre en un segundo plano desde que aterrizara como accionista en el Mallorca. Modesto en su papel en el renacimiento del club, se involucró en el proyecto gracias a su buena relación con el exjugador estadounidense Kyle Martino, quien le sugirió a los accionistas mayoritarios Robert Sarver y Andy Kohlberg, allá por 2016, para entrar dentro del entramado bermellón.
Exfutbolista de la Premier, ganó el título de la Liga con el Blackburn Rovers en 1995 y tras retirarse se buscó la vida como analista para dar cobertura a la liga inglesa en la NBC. Si bien, hasta el momento, el papel de Le Saux en el club había sido de simple asesoramiento, tras la salida de Maheta Molango el asesor deportivo ha tomado protagonismo.
Se le pudo ver, acompañando a Kohlberg, en el día de la destitución del consejero delegado, y ayer mostró músculo fotografiándose junto al nuevo refuerzo del conjunto bermellón. Si hasta el momento su papel había sido de simple asesoramiento, gracias a sus experiencias con Blackburn, Chelsea e Inglaterra, ahora Le Saux coge peso y empieza a jugar un papel clave en el funcionamiento general del club.
Enamorado de la isla, ya antes de involucrarse en el proyecto bermellón, es propietario desde hace años de una casa en Pollença, donde suele acudir para desconectar. En el norte de la isla también es asiduo a una iglesia anglicana.
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