El encuentro de Cornellà El Prat fue la historia de los partidos del Mallorca cuando juega lejos de Son Moix. Una parte muy buena, este domingo la primera, marcando el ritmo del juego y claro dominador, y otra en la que un mínimo error lo acaba pagando muy caro, con la derrota. Este domingo no fue la excepción. La realidad es que este equipo juega al límite, parece que da todo lo que tiene en el terreno de juego, pero le resulta claramente insuficiente para superar a sus rivales, incluso a un Espanyol que, superado el ecuador del campeonato, sumó su primera victoria ante su afición. Ante el Mallorca, por supuesto, convertido en el chollo de la Liga. Moreno tiene las piezas que tiene y con ello deberá pelear hasta final de temporada.

El Mallorca es un equipo que, con el marcador a favor, y un empate era petróleo teniendo en cuenta que se enfrentaba a un rival directo, es aplicado. Todo parece funcionarle a la perfección. Ordenado en defensa y cuidadoso con la pelota en los pies. El gran hándicap es el juego en el área rival, siempre inofensivo. Controlando de principio a fin la primera parte, siempre expuesto al error que, puntualmente, siempre acaba llegando.

Vicente Moreno sorprendió con la presencia de Pozo en el lateral derecho. Fran Gámez ha pasado de ser titular a no entrar ni en las convocatorias, y Sastre no rinde al nivel esperado. Este domingo fue el descartado por el técnico. Y Febas ocupó el puesto de Cucho. La jugada parecía salirle bien. Pozo demostró que tiene alma de delantero. A la mínima se ubicaba en posición de extremo, pero sus acciones siempre morían en tierra de nadie. Febas se ubicó por detrás de Budimir y combinó bien con los centrocampistas, no tanto con el croata, un llanero solitario toda la matinal.

El Mallorca solo sufrió en las contras en esta primera parte. Cada pelota perdida era un susto en el área de Reina, que cumplió con creces. A los ocho minutos a un disparo de Calleri que entraba. El posterior rechace de Raúl de Tomás se fue fuera. Fue la única ocasión clara del Espanyol en una primera parte en la que se vio sometido por un Mallorca más puesto, como si estuviera más concienciado de la importancia de los puntos en juego.

El equipo rojillo se pudo adelantar a los once minutos. Mateu Lahoz pitó penalti de Marc Roca sobre Raíllo, pero el VAR volvió a jugar en contra del Mallorca. Esta vez de forma justa. Y es que en el centro de Febas previo a la acción del penalti, el balón había traspasado la línea de fondo. Una lástima.

En la segunda parte se pudo adelantar el Mallorca hasta en dos ocasisones. A los siete minutos Diego López detuvo un remate de Lago y un minuto después el guardameta espanyolista se tuvo que emplear a fondo para parar una falta lanzada por Salva Sevilla. Pero lo que fue la tónica toda la temporada, el despiste, el momento en el que al Mallorca se le apaga la luz, llegó antes del primer cuarto de hora cuando Raúl de Tomás, el hombre de los veinte millones de euros, marcó la diferencia con un remate de cabeza a centro del mallorquín Darder. Lumor marcó al goleador sin ninguna oposición.

Tocaba como otras tantas veces remar a contracorriente. Y eso a los rojillos les va muy mal. Moreno buscó aire fresco con la entrada de Kubo por un Salva Sevilla que tenía una tarjeta y, poco después, Cucho por un agotado Febas. Nada cambió. El Mallorca seguía tocando, sin peligro, y los locales lo fiaban todo a una contra. A punto estuvo de sacar rédito en un remate de Darder que Reina, el mejor de los isleños, evitó que el balón entrara. No es un dato menor porque en los últimos minutos también estaba en juego el golaverage particular, favorable al Mallorca por el 2-0 de Son Moix. Budimir tuvo la última, pero su remate de cabeza se fue fuera por muy poco. Ya no había tiempo para más. El Mallorca regresó de vacío otra vez.