Xavi Delgado ya sabía que el del pasado domingo ante el Langreo iba a ser su último partido en el Estadi Balear. Sus familiares y amigos más cercanos también éramos conscientes de ello. Es por eso que se organizó, con la colaboración del Atlético BalearesAtlético Baleare, una jornada a la altura de su trayectoria de vida.

Para que uno pueda hacerse cargo de la trascendencia de su figura dentro del mundo balearico, no hay más que ver la implicación de todos los estamentos de la entidad blanquiazul durante los dos meses en los que Xavi ha luchado, sin descanso pero con mucha determinación, por seguir con nosotros.

Dicen que los dirigentes, entrenadores y jugadores van pasando, pero quienes siempre quedan son los aficionados. Desde el pasado mes de noviembre, expresidentes, directivos, incluso antiguos técnicos y futbolistas que ya no visten la elástica blanquiazul no cesaron en su interés por su estado de salud.

Como licenciado en Historia, Xavi ha dado buena cuenta que el fútbol es, desde sus orígenes, un frente más de la lucha de clases. A pesar de que el mundo ha cambiado mucho desde que los obreros del siglo XIX jugaban al balompié en los solares adyacentes a sus fábricas, él siempre ha tenido claro que el llamado 'fútbol moderno' no debe eliminar su esencia accesible y popular como deporte de masas.

Xavi ha sido de esas personas que, para bien y para mal, siempre van de frente. Eso sí, jamás dejó en la estacada a ninguno de los suyos. A modo de ejemplo, muchos recordarán los aciagos años en los cuales el Baleares transitó por Tercera División. Era habitual el desplazamiento de un centenar de fieles a los distintos campos de la isla cada quince días.

Esta circunstancia era aprovechada por los clubes de los pueblos para elevar el precio de las entradas hasta el punto de llegar a doblar y triplicar su valor habitual. En más de una ocasión, a propuesta de Xavi, el grueso de los aficionados visitantes nos plantamos ante la taquilla como medida de presión hasta que no se negociara un precio razonable.

Conscientes del renacimiento que empezó a experimentar el Atlético Baleares tras el desplome en Regional Preferente, Xavi y otros tantos trataron de recuperar aquellos viejos balearicos y fidelizar a los nuevos que empezaban a poblar con cuentagotas la grada del vetusto recinto de la Vía de Cintura.

Con el espíritu de organizar la animación los días de partido nació Revolta Blanc-i-blavaen 2007 y también el área social del club. El exilio forzado a Calvià y Son Malferit obligó a reinventarse impulsando la primera grada de animación llamada Fanàtiks ATB y, junto al resto de peñas, unirse en una federación que hoy en día roza la quincena de colectivos.

Este pasado fin de semana nadie quiso perderse la oportunidad de mostrarle su agradecimiento y cariño a Xavi. Muchos pueden entender las lágrimas de emoción del capitán Vallori o que Ginard le obsequiara con sus guantes. Pero incluso otros futbolistas recién llegados este curso se volcaron visitándole en el hospital durante estas últimas semanas.

Xavi ha tenido pleno conocimiento de todo lo que le ha rodeado durante este complicado tránsito final. En su cabeza seguía planeando el proyecto de grada popular en el remodelado Estadi Balear. Incluso también lo demostró este domingo cuando, agotado y aparentemente abrumado por las emociones de un día tan especial, me preguntó con serenidad en el tiempo añadido por el resultado del Atlético B, principal rival en la lucha por el liderato.

Xavi se va en paz pero, fiel a su carácter, mirando a la adversidad a la cara hasta el final. Esta es la mayor lección de vida que nos ha dejado. Ahora nos toca a nosotros cumplir con su último deseo: que Marina, Xavito y Cati nunca caminen solos.

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