Cuando Rafel Nadal Parera consiguió el domingo el punto que daba la Copa Davis a España por sexta vez en su historia seguramente estaba lejos de pensar que acababa de firmar uno de los mejores años de su brillante carrera tenística. 2019 ha sido un año para enmarcar. Lo cierra el de Manacor con dos títulos de Grand Slam, Roland Garros y el Abierto de Estados Unidos, la conquista de la Ensaladera por quinta vez en su carrera y, también por quinta vez, acaba el año como número uno. A eso hay que añadir la final del Abierto de Australia perdida ante Novak Djokovic. Un curso redondo. Nadal cierra el círculo.

Ni los más acérrimos del campeón de diecinueve grandes hubieran vaticinado que hubiese cerrado el año de la forma que lo ha hecho. Porque los primeros tres meses de 2019 fueron una tortura con una lesión en el tendón rotuliano de la rodilla derecha que le afectó en la temporada de tierra.

Fue el 16 de marzo cuando se retiró antes de disputar las semifinales de Indian Wells ante Roger Federer. El día anterior, en partido de cuartos ante el ruso Karen Khachanov, sintió molestias en la rodilla derecha que le dejaron fuera del torneo al día siguiente. Pocos días después, el que fuera su entrenador Toni Nadal manifestaba a Cinco Días: "Rafel no es un tenista, es un lesionado que juega a tenis. Le quedan dos o tres años de carrera""Rafel no es un tenista, es un lesionado que juega a tenis. Le quedan dos o tres años de carrera".

No reapareció hasta el 17 de abril en Montecarlo. Un mes prácticamente parado le pasó factura. En el torneo que ha conquistado hasta en once ocasiones fue eliminado en semifinales por el italiano Fabio Fognini. "He jugado uno de los peores partidos en tierra en los últimos catorce años", dijo poco después de perder por 6/4 y 6/2. No le irían mucho mejor las cosas en el Godó, otro torneo en el que se siente como en el patio de su casa. Cayó, también en la penúltima ronda, ante el austriaco Dominic Thiem. De nuevo en semifinales cedió en Madrid ante el griego Stefanos Tsitsipas, con 20 años y nueve meses el tenista más joven en ganar al mallorquín en tierra.

Roma, la antesala de Roland Garros, supuso un punto de inflexión en la temporada de tierra de Nadal. Antes de la gran cita de París, conquistó el torneo al derrotar a Novak Djokovic en la final. No ganaba al serbio desde hacía un año y, sin duda, supuso un golpe de moral importante para el jugador tras un inicio de temporada más que discreto. Parecía estar a punto para intentar el asalto a su duodécimo título en Roland Garros, como cada año el gran objetivo de la temporada. Y lo logró derrotando por segundo año consecutivo en la final a Thiem, el que dicen que es el más claro aspirante a suceder en el trono al mallorquón en la superficie de tierra.

La conquista del título en el Bois de Boulogne supuso un antes y un después en el año de Nadal. Alcanzó las semifinales de Wimbledon, siendo eliminado por Federer, y logró el Masters 1.000 de Montreal. Estaba preparado para el asalto a su cuarto título en el Abierto de Estados Unidos. Lo logró el 8 de septiembre al batir en una final épica al ruso Daniil Medvedev, el mejor jugador en la segunda parte del curso. Cinco sets agotadores que tuvieron un final feliz. El decimonoveno grande del mallorquín estaba en el bolsillo. Federer se ponía a tiro de piedra.

El objetivo a partir de ese momento era recuperar el número uno que había perdido en noviembre de 2018. Lo consiguió justo un año después con la eliminación de Djokovic en Shanghái. Se cumplía la norma de que, cada vez que el mallorquín conquista dos títulos de Grand Slam en un mismo año, acaba como número uno. Esta vez no ha sido la excepción y, por quinta ocasión, ha recibido el trofeo que le acredita como mejor jugador del curso.

Eliminado en la fase de grupos de la Copa de Maestros, uno de sus pocos torneos malditos, quedaba la Copa Davis que, de la mano del futbolista del Barcelona Gerard Piqué, estrenaba formato. Puso los cinco sentidos en este torneo y el domingo lo levantó por quinta vez en su carrera con una actuación personal impecable. Jugó cinco individuales sin ceder un solo set y se impuso en los tres dobles decisivos. Ponía fin así a un año de ensueño.

Solo 2008, en plenitud de facultades con 22 años, ha sido mejor que este inolvidable 2019. Aquel año conquistó su cuarto Roland Garros, su primer Wimbledon, su primera Copa Davis, la medalla de oro en los Juegos de Pekín y acabó el año como número uno. Dos años después, y por única vez en su carrera, conquistró tres grandes en un mismo año, Roland Garros, Wimbledon y US Open, con el premio añadido de acabar el año en lo más alto del ránking. 2019 puede considerarse el mejor de su carrera después de los dos mencionados. Y todo conseguido con 33 años, cuando son muchos los que piensan en la retirada. A Nadal le queda cuerda porque es un animal competitivo como pocos. Le gusta jugar, pero sobre todo le apasiona ganar.

Falta por saber si volverá a intentar levantar una nueva Ensaladera. El domingo, tras conquistar el título, dejó dudas al decir que "hay que dejar paso a los jóvenes. Tenemos una edad y necesitamos un relevo". Llega la hora del descanso del guerrero y, en pocas semanas, preparar una nueva temporada, con el Abierto de Australia en enero como primer gran objetivo.

Sus mejores años

2008 Roland Garros, Wimbledon, Copa Davis, Oro en Pekín, número uno

2010 Roland Garros, Wimbledon, US Open, número uno

2011 Roland Garros, Copa Davis

2013 Roland Garros, US Open, número uno

2017 Roland Garros, US Open, número uno

2019 Roland Garros, US Open, Copa Davis, número uno