Messi sale del hotel de Palma donde está concentrada la Selección Argentina, el hotel Palma Bay del Palacio de Congresos, y se desata la locura colectiva.

Grupos de jóvenes que llevan dos días apostados junto al establecimiento hotelero mallorquín ven cumplido su sueño al ver al fin al futbolista camino del autobús que le llevará al al entrenamiento previsto en Son Bibiloni.

Solo existe Messi, nadie más ni Agüero, ni Otamendi, la única estrella en el firmamento de los fans es el diez de la albiceleste. "¡Messi, estoy aquí!", "¡Messi, Messi, Messi!", claman en una especie de éxtasis colectivo de gritos, exclamaciones y declaraciones de amor incondicional.

La estrella argentina se muestra tranquila. No hace declaraciones, pero tampoco se esconde. Viste el chándal de la selección. Saluda tímidamente a los fans cuando estos empiezan a disparan sus móviles. Entra en el autobús del equipo y ocupa la última fila. Desde allí, sonríe a los seguidores, levanta la mano para despedirse de las cientos de personas que disparan sus móviles al unísono.

Son las tres de la tarde. El mejor jugador del mundo se va a entrenar con la selección de su país. Son Bibiloni, la ciudad deportiva del Real Mallorca, espera a la estrella argentina para la segunda sesión de preparación del combinado albiceleste en Mallorca. Los fans se preparan también para trasladarse a la carretera de Sóller