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Opinión

Cuando nadie garantiza la paz... ni el fútbol

Cuando nadie garantiza la paz... ni el fútbol europa press

Todo el mundo tiene derecho a manifestarse, no a quemar contáiners ni a disparar balas de gomas prohibidas. Todo el mundo tiene derecho a decir la suya, a defender sus ideas, sus ideales, pero también, por la misma razón, todo el mundo tiene derecho a llegar a El Prat, coger un bus y saborear un helado en la plaza de Catalunya. El mismo derecho, idéntico, y debemos defender los dos con idéntico ahínco y determinación.

Lo que no tiene sentido alguno, digo, es que muchos consideren que no es el mismo derecho el que ampara al que quiere vivir en paz, tranquilo, coger o llegar de un avión y a los que tratan de poner todo un país patas arriba al considerar injusta y/o desproporcionada una sentencia judicial. Que lo es.

Pero, en cualquier caso, lo que sí es gravísimo, para todos, desde cualquier gobierno, de cualquier nación, desde cualquier sociedad, desde cualquier puente de mando e instituciones, desde los balcones políticos y ciudadanos, esos en los que suelen asomarse los mandatarios a los que hemos escogido para que, precisamente, no ocurra nada de todo esto, es que nadie pueda garantizar la tranquilidad de todos nosotros.

El otoño del 2017.

Sé que parecerá una mezquindad con lo que está en juego. Lo es. Es una bobada, pero apasionante. Pero es algo que también nos debe hacer reflexionar respecto hasta dónde pueden llegar las cosas. El premiado Javier Cercas acaba de asegurar que “nada será más peligroso en Catalunya que el otoño del 2017”. Pues, lo siento, pero a mí todo lo que está ocurriendo ahora me parece mucho más peligroso. Entre otras razones porque ocurre después de que viviésemos aquel otoño, del que nadie aprendió nada y, ni siquiera, nos hemos arrepentido. Y mucho menos nuestros políticos, los peores, con mucho, del mundo entero.

Y digo que Cercas, pura inteligencia, puede que no tenga razón y/o se equivoque, porque, aunque parezca una niñería, la posibilidad, que ocurrirá, ya lo veo, de que se suspenda, aplace o traslade el Barça-Real Madrid de dentro de diez días, es la más clara demostración de que aquellos que quieren romperlo todo empiezan a ganar.

Seguridad sin garantizar.

Se diría que han conseguido sembrar tanto miedo, tanta incertidumbre, tanta inestabilidad (la que querían, la que persiguen, ni más ni menos, el ‘cuanto peor, mejor’), que me parece lamentable, muy lamentable, que, en pleno siglo XXI, en el año 2019, no haya ni un solo político, mandatario, presidente, 'president', policía o autoridad policial que salga a la palestra y diga: “¡Ni hablar! De suspender nada, aquí estamos nosotros para garantizar la seguridad de todo el mundo”.

Si no hay nadie importante, de los que mandan (o simulan mandar), que sea capaz de decir eso, que es lo que tocaría en un país sensato, normalizado, organizado, democrático, es que, en efecto, estamos en manos de gente que no puede garantizarnos que cojamos un avión cuando toca, vayamos al fútbol cuando nos apetezca o crucemos la calle sin problemas de la mano de nuestro nieto y nuestro perro.

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