No soy precisamente una entendida en gimnasia, pero los números nunca me fueron mal. Simone Biles tiene 22 años y tras el último Mundial disputado, suma 25 medallas. Una auténtica barbaridad. Veinticinco preseas en seis años, diecinueve oros, tres platas y tres bronces para la eternidad. Ya les digo que no seré yo quien les hable de la ejecución de sus figuras sobre el tapiz, la dificultad de las mismas sobre la barra o haga cuentas de su intensidad en los ejercicios de salto o paralelas, pero la reina de la gimnasia artística ha roto la barrera de su deporte para convertirse en una estrella mundial. Biles es diferente al resto. Fuerte, coordinada y con una práctica precisa. Sin entender de lo que hace, su ejecución enamora. Su intención, y con solo 23 años, es retirarse tras los Juegos de Tokio dejando un legado inmenso. Vivirla ha sido un privilegio. Otro.

Nike pierde la batalla con las mujeres

Hablando de mujeres que han cambiado la historia del deporte, esta semana pasada, sin ir más lejos, la velocista estadounidense Allyson Felix sumó su decimotercer oro en un Mundial de atletismo y rompió con el récord que ostentaba su compañero Usain Bolt. Pues el mérito de la velocista, si cabe, va mucho más allá de los podios a los que ha subido a lo largo de sus 33 primaveras. El año pasado decidió ser madre. Su hija nació en noviembre. En mayo, medio año después, contó que Nike le había ofrecido un contrato a la baja (un 70% inferior al anterior) tras dar a luz. Pidió garantías de que no sería penalizada si rendía por debajo de su nivel. La respuesta fue negativa. A finales de julio, tras volver a competir por primera vez en 13 meses, Felix puso fin a las negociaciones con Nike y firmó con una nueva marca de ropa. Meses después de aquella denuncia pública, Felix ha ganado la batalla. Nike ha anunciado una nueva política contractual de deportistas no discriminatoria.

La zafiro marathon como ejemplo

Sin irnos tan lejos, es momento también de hablar de fútbol femenino, quien vive desde hace años una nueva era, la de reunir a decenas de miles de personas en sus mejores partidos. El año pasado acudieron 21.234 personas a Anoeta para presenciar el derbi vasco entre la Real Sociedad y el Athletic de la Primera Iberdrola y ayer, en el rebautizado Reale Arena, se superó con creces la cifra de asistencia con un total de 28.367 espectadores. Un dato que ratifica el auge del fútbol femenino, como dato también igual de positivo fue el de la participación de mujeres en el Zafiro Palma Marathon disputado ayer en Ciutat. El 44% de los inscritos a la prueba fueron mujeres, un dato inédito y que supone un récord en este tipo de eventos en España.