Siete jornadas después, el Mallorca ha vuelto a conocer el sabor de la victoria. Un triunfo claro sobre un pobre Espanyol con goles de Budimir y Salva Sevilla. Tres puntos que dan tranquilidad al equipo y al entorno cuando las dudas empezaban a hacer acto de presencia.

El Mallorca se llevó el partido del miedo. Miedo a perder. No era para menos. Tanto el equipo rojillo como el Espanyol se jugaban mucho, pese a encontrarnos solo en la octava jornada de Liga. Con cuatro y cinco puntos, respectivamente, ambos equipos luchaban por no quedar descolgados en las plazas de descenso. Y es que todos los equipos suman, más o menos, pero suman. Y en Primera, estar seis semanas sin puntuar se suele pagar muy caro.

El equipo de Moreno consiguió la victoria de forma justa. Porque la buscó más ante un Espanyol que encajó su primera derrota a domicilio. El partido era una auténtica prueba de fuego para los locales, que cumplieron ante el Eibar en la primera jornada, en lo que era su única victoria, y pincharon ante rivales superiores en todo, en juego, calidad y presupuesto, como el Athletic, la Real Sociedad y Atlético de Madrid. Pero ayer no había excusas. El Espanyol sí es un equipo de la liga del Mallorca. En posiciones de descenso, los 'pericos' afrontaban el duelo como una final para su entrenador, David Gallego, que ha quedado muy tocado tras la derrota y no se hace difícil imaginar las consecuencias.

El Mallorca demostró que, mejor o peor, en casa sabe competir. Y es con el calor de su afición donde ha de pelear la permanencia. Ganar aquí se ha de convertir en tarea complicada para los rivales. Los de Moreno salieron dispuestos a no dejar escapar la victoria. Pero el miedo a perder les agarrotó en los primeros minutos. Como al Espanyol. No es de extrañar que el primer disparo a puerta no llegara hasta el minuto 11 en un tímido remate de Lago. El costamarfileño está en el ojo del huracán, y él es el primero que lo sabe. Su rendimiento deja mucho que desear, por mucho que Moreno hiciera una encendida defensa de su jugador el pasado viernes. Su entrega no se puede discutir, pero esta es una cualidad que se da por descontada. A Lago, por su calidad, hay que pedirle mucho más. Y así lo entiende la afición, que en el minuto 21 le dedicó unos tímidos pitos tras una pérdida de balón. Al cuarto de hora de la segunda parte, Moreno le sustituyó por Kubo entre aplausos de los aficionados, que no quisieron hurgar en la herida, y más con el marcador a favor.

Los minutos pasaban sin que nada reseñable ocurriese. El Mallorca no pasaba apuros en defensa y más o menos controlaba en ataque, aunque sin crear peligro en la portería de Diego López. Hasta que en el minuto 37 Sastre centra desde el extremo y Budimir, con la caña a punto, remata con los abdominales. El Mallorca tenía el partido donde quería.

La segunda parte empezó con el guion previsto. Dominio del Espanyol con el Mallorca buscando sorprender al contragolpe. A falta de veinte minutos Xisco Campos entró por Raíllo, que se retiró lesionado. Las llegadas del Espanyol era cada vez más claras. Los nervios estaban a flor de piel. Era mucho lo que estaba en juego. Pero cuando peor lo estaba pasando el Mallorca, llegó el gol de Salva Sevilla, el de la tranquilidad. El andaluz aprovechó una pifia de Lluís López para batir a Diego López con la zurda. La victoria no se podía escapar.

Con el partido perdido, David Gallego realizó los cambios ofensivos que deberían haber llegado mucho antes. Piatti y Melendo entraron, pero ya era tarde para el Espanyol. Mientras, y para la hemeroteca, Pedraza disfrutó de sus primeros minutos como jugador de Primera con el Mallorca al sustituir a Baba. La victoria tiene un valor deportivo y anímico incalculable. Permite al equipo seguir en la pelea en igualdad de condiciones con los muchos equipos que lucharán por la permanencia y disfrutar de quince días de tranquilidad, con tiempo más que suficiente para preparar el partido contra el Real Madrid, sin duda una amenaza, pero también una oportunidad para un equipo dispuesto a no rendirse nunca.