Objetivo conseguido. El equipo español de gimnasia artística femenina, con la mallorquina Cintia Rodríguez (Xelska) en sus filas, logró ayer, en el Mundial de Stuttgart, el billete para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 al ser duodécimas en la general. Además, Roxana Popa logró un hito que no se conseguía desde que lo hizo la mallorquina Elena Gómez en el año 2003: estar en una final mundialista (y también en suelo).

España salió en Stuttgart a por todas. Ana Pérez, Roxana Popa y la mallorquina Cintia Rodríguez compitieron en los cuatro aparatos y el equipo sumó 159,021 puntos. Al final de su rotación eran octavas y adelantaron a Australia o Ucrania, pero no a Bélgica, Holanda o Alemania. Se clasificaban las doce primeras selecciones, pero faltaban tres subdivisiones por competir -ellas lo hicieron por la mañana- y tuvieron que esperar hasta la noche para confirmar su presencia en Tokio en 2020.

Las seleccionadas por Lucía Guisado (el mallorquín Pedro Mir forma parte del cuerpo técnico) tuvieron un esperanzador comienzo en las asimétricas, logrando la séptima puntuación conjunta. La mejor, Popa (13,991).

Pero la barra se convirtió esta vez en una enemiga y tanto Ana Pérez como Popa, esta dos veces, se cayeron durante su ejercicio.

El salto y el suelo les permitieron recuperar el aliento y mantener la esperanza de clasificación. Popa, con sus 13,800, fue segunda en su rotación y al acabar el día estaba clasificada para la final. Hacía 16 años que una española no lograba esta gesta, cuando la mallorquina Elena Gómez lo hizo en 2003, también en suelo.

En el concurso individual, la primera del equipo fue Cintia Rodríguez, provisionalmente decimoséptima al acabar su rotación. La mallorquina sumó un total de 52,799 puntos (salto firmó 13,533 en salto; 13,866 en asimétricas; 12,600 en barra y 12,800 en suelo).