La cuenta atrás para Mateu Alemany ha comenzado a partir del despido de Marcelino García, el entrenador por el que apostó al hacerse cargo de la dirección general del Valencia hace dos años y medio. El mallorquín tiene contrato hasta el próximo 30 de junio y una penalización altísima que debería pagar si decide unilateralmente marcharse, pero hay motivos para pensar que no seguirá en el club hasta final de temporada después de que haya iniciado ya conversaciones para abandonar el club valenciano.

No haber participado en una operación de la magnitud del posible traspaso de Rodrigo Moreno, ni en la decisión de destituir a Marcelino (no la habría apoyado nunca) ni tampoco en el fichaje de Albert Celades son detalles más que suficientes para pensar que ahora mismo Peter Lim, además de cambiar el modelo de gestión por su cuenta y riesgo, le ha dejado a un lado en las cuestiones más importantes. Es algo que no había ocurrido en los dos años anteriores y que va contra los términos del acuerdo que adquirieron en su día las dos partes, y que en todo este tiempo ha dado resultados más que evidentes: dos años en Champions y campeones de la Copa.

Él ha sido el líder de este proyecto, el que había llevado todas las negociaciones con la única excepción del fichaje de Gonçalo Guedes, decidido contrataciones y bajas que hasta este mes de junio el propietario aprobaba sin poner demasiadas objeciones. La cosa, por decirlo de alguna manera, funcionaba. Ahora Mateu queda en una situación complicada. Por un lado, el director general sabe que su presencia puede ser de gran ayuda para el vestuario en un momento muy delicado, se podría decir que necesaria dada la confusión que ha generado la marcha de Marcelino y su cuerpo técnico. Por otro, tampoco es de su agrado estar por estar, sin tener peso en las decisiones que se están tomando en el Valencia CF. No es su estilo.

Alemany, salvo giro inesperado en los acontecimientos, tiene decidido que no va a continuar en el Valencia CF y su intención es negociar una salida con el club. Su vinculación con Marcelino, tal como explicó el propio entrenador en su despedida, va más allá de lo profesional. Su idea, no obstante, no es forzar un despido, sino ayudar en todo lo que pueda en esta transición, dar tranquilidad en la medida de lo posible a los jugadores durante el tiempo que sea necesario, que ahora mismo es aventurado decir cuánto será. La intención del propietario es que siga hasta final de temporada, pero el mes de junio está demasiado lejos.

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