Rafel Nadal presenta un gran número de 'cadáveres' en sus quince años acudiendo a Roland Garros, producto de sus 93 victorias por solo dos derrotas en París. Pero son las finales las que se recuerdan, las que pasan a la historia. Reza el tópico que el deporte solo recuerda a los vencedores, difícilmente a los finalistas, a los que llegaron a la última ronda pero cayeron, unas veces con estrépito, otras de forma ajustada.

Quien se lleva la palma en Roland Garros de finales perdidas ante Nadal es Roger Federer, posiblemente el mejor jugador de la historia por su palmarés y por su porte en la pista. El suizo cayó el viernes ante el mallorquín por sexta vez en París en otros tantos enfrentamientos, cuatros de ellos en finales. Un dato que explica bien a las claras la diferencia entre uno y otro cuando juegan sobre arcilla. Son catorce victorias para el de Manacor por solo dos derrotas sobre esta superficie. Nadal derrotó a su gran rival y amigo en las finales de 2006, 2007, 2008 y 2011, la última vez que se habían enfrentado en la capital francesa antes del pasado viernes. La derrota más sonada fue la de 2008 (6/1, 6/3, 6/0), en lo que ha pasado como la tercera final de un Grand Slam más corta de la historia. Fue una humillación en toda regla de un Nadal que, con 22 años, estaba pletórico de juego y forma, para firmar su cuarto título en Roland Garros.

Otra víctima predilecta de Nadal aquí es el otro grande del tenis actual, Novak Djokovic, que cedió en las finales de 2012 y 2014 para un total de seis veces en el Bois de Bolougne. Sin embargo, 'Nole' puede presumir de algo que solo ha conseguido otro jugador, Robin Soderling: derrotar a Nadal en la Chatrier. Fue en 2016, en los cuartos de final, en un año negro para el mallorquín, que tuvo que padecer el calvario de las lesiones. Estuvo el serbio muy cerca de ganarle otra vez. Fue en las semifinales de 2013, cuando cedió en cinco apasionantes sets, el último de ellos 9-7, en un duelo dramático.

Su primera víctima fue el argentino Mariano Puerta, en 2005, que posteriormente daría positivo por dopaje. La victoria de 2010 tuvo un sabor especial. Aunque a Nadal no le guste emplear el término revancha, a eso sonó su victoria sobre Soderling, justo un año después de que el sueco pasara a la historia por ser el primer tenista en derrotar al mallorquín en Roland Garros. Un jugador antipático, sin ningún amigo en el circuito y que pocos años después se retiró por una mononucleosis. La deuda estaba saldada.

Y la victoria que posiblemente menos entusismo levantó en Nadal fue la de 2013, cuando superó sin problemas en la final a su amigo David Ferrer, recién retirado del tenis. La 'final' la había disputado dos días antes ante Djokovic en cinco sets y, como se preveía, el alicantino no fue rival para un Nadal intratable. Wawrinka, en 2017, y Thiem los dos últimos años, han sido las últimas víctimas de Nadal. El austriaco es presente y futuro sobre esta superficie y está llamado a dominar en los próximos años. A punto de cumplir 26 años, se encuentra en la mejor edad, pero Nadal, incombustible y reacio a bajarse del trono en el que está subido desde 2005, no está dispuesto a regalar nada.