Ni Alexander Zverev, ni Stefanos Tsitsipas, ni un Dimitrov venido a menos, ni el prometedor Daniil Medvedev, ni el pujante Borna Coric. Solo Dominic Thiem está consiguiendo colarse entre el trío que ha dominado el tenis mundial en los últimos tres lustros: Roger Federer, Rafel Nadal y Novak Djokovic, que entre los tres suman la friolera de 51 títulos de Grand Slam. Y están dispuestos a conquistar más pese a que los tres han sobrepasado con creces la treintena, sobre todo el suizo, que el próximo 8 de agosto cumple 38 años. Y ahí está, deleitando a millones de aficionados rendidos a su tenis de alta escuela, con la elegancia por bandera.

Thiem, que el próximo mes de septiembre cumple 26 años, todavía no ha ganado nada importante, o al menos un Grand Slam. Poseedor de doce títulos, el último el Conde de Godó, cuando más cerca ha estado de levantar un grande fue el año pasado cuando alcanzó la final de Roland Garros. Pero se encontró con un Rafel Nadal intratable, quien solo le dejó sumar nueve juegos. En 2016 y 2017 llegó a las semifinales del grande de tierra y en 2018 a los cuartos del US Open.

Como David Ferrer y otros tantos tenistas, Thiem ha aparecido en la época equivocada. Aunque en otro tiempo hubiera cogido a los tres fenómenos del tenis en el ocaso de sus carreras, los tiempos han cambiado. Ahora, un tenista que ha sobrepasado la treintena todavía tiene cuerda, a diferencia de no hace tanto. En otras circunstancias, el austriaco ya sumaría algún grande en su palmarés, sobre todo en tierra,su superficie favorita, pero se ha topado con el mejor jugador de la historia sobre polvo de ladrillo. Tres de los cuatro semifinalistas son los mismos que en la edición de Roland Garros 2007, hace doce años, un dato demoledor. Si en aquella ocasión se coló el ruso Nikolai Davydenko, en esta ocasión ha sido Thiem, un adolescente de catorce años cuando Nadal, Federer y Djokovic se plantaron en las semifinales de hace ya más de una década.

Antes o después, el centroeuropeo está llamado a conquistar un Grand Slam. Poseedor de un drive descomunal, exceptuando a Nadal, tiene el juego más adaptado a la tierra de toda la nueva hornada de tenistas. Hace daño porque es un gran jugador. También destaca por su revés. Lo pudo comprobar Nadal en las semifinales del último Godó (doble 6/4), que el austriaco acabó conquistando, en su segundo título del año tras Indian Wells, el primer Masters 1.000 de su carrera. Nadal ha perdido cuatro veces con Thiem, todas en tierra, y ya es el segundo jugador, tras Djokovic, con siete, con más victorias en arcilla sobre el mallorquín.

El otro tenista que apunta alto es Alexander Zverev. Con 22 años recién cumplidos, suma tres Masters 1.000 (Roma, Canadá y Madrid), además de la Copa de Maestros del año pasado. No está nada mal, pero al alemán, que atraviesa por un bache de juego tras separarse de su novia de siempre, le falta la asignatura de los Grand Slam. Los cuartos de final de este año en París y los del año pasado es su mejor resultado, un balance pobre en un tenista llamado a ser uno de los líderes del tenis en los próximos años. Pero para que esto se produzca se han de retirar Federer, Nadal y Djokovic, o que empiece su declive. Pero no están por la labor. Su dominio en el circuito es tan brutal que en los grandes apenas se ha colado algún tenista en el dominio del suizo, el mallorquín y el serbio. En el US Open, Del Potro (2009), Cilic (2014) y Wawrinka (2016) se han atrevido a discutir la hegemonía de los tres 'marcianos'. En Australia, desde 2006, solo Wawrinka ha interrumpido la tiranía de Federer, Djokovic y, en menor medida, Nadal. Lo mismo ocurre en Wimbledon, que desde 2003 no gana nadie que no sean Federer, Djokovic, Nadal y el retirado Murray. Un dominio que no parece tener fin y que, solo tímidamente, amenaza Thiem.

Vondrousova y Barty se jugarán el título

La australiana Ashley Barty se clasificó ayer para la final de Roland Garros tras derrotar a la estadounidense Amanda Anisimova, de 17 años, 6-7(4), 6-3 y 6-3 en una hora y 53 minutos. Se medirá por el título contra otra adolescente, la checa Marketa Vondrousova, de 19 años, que venció a la británica Johanna Konta por 7-5 y 7-6(2) en 1 hora y 45 minutos. Barty saldrá como favorita por ránking y se asegura la semana próxima ser 3 del mundo -dos si gana el torneo-, pero la checa se ha convertido en la sensación de esta edición al alcanzar su primera final sin haber cedido un set. A sus 19 años y 11 meses, es la finalista más joven en un Grand Slam desde la danesa Caroline Wozniacki en el Abierto de Estados Unidos de 2009. La checa se plantó en París como la tenista que más victorias había conseguido en el circuito desde el pasado Abierto de Australia, una sensación que ha confirmado que se trata de una estrella naciente. Además, demostró personalidad a lo largo del torneo y descaro para su edad. Contra Konta, una jugadora más experimentada y de mejor ránking, no se vino abajo cuando la británica dispuso de servicio para anotarse el primer set.