Grandioso resultado el que ha obtenido el Atlético Baleares en el coliseo cántabro. Ante 22.000 espectadores rendidos a sus jugadores, el equipo de Mandiola ofreció toda una exhibición de solidaridad, llevada a la máxima expresión cuando se quedaron con nueve jugadores sobre el terreno de juego con las expulsiones de Peris y Hugo Díaz, exagerada la primera, indiscutible la segunda. Una gran mayoría de incondicionales blanquiazules hubiera firmado el empate, aunque fuera sin goles, con todo el peligro que ello conlleva. Y es que un gol del Racing en Son Malferit obligará al Atlético Baleares a marcar dos. En cualquier caso, seguro que los cántabros se cambiaban por su rival y preferirían jugar la vuelta en su estadio con un empate sin goles en la ida.
A los únicos que parece haber sorprendido la forma de jugar del equipo de Mandiola es al Racing y a sus aficionados, que llenaron las redes sociales de improperios a la forma de jugar de su rival de ayer. ¿Y qué esperaban? ¿Que salieran de rositas con todo lo que había en juego? Mandiola podría aplicarse la frase que un día pronunció Javier Clemente: "El que quiera espectáculo que vaya al circo". Pues eso. El Atlético Baleares ha sido líder indiscutible de su grupo jugando como ayer. No ha engañado a nadie. No ha destacado precisamente por su fútbol brillante, si es que puede haberlo en Segunda B. Pero esta forma de jugar es tan lícita como cualquiera y Mandiola le está sabiendo sacar rédito.
Espera el próximo domingo una auténtica batalla en Son Malferit. 58 años después, el Atlético Baleares puede volver al fútbol profesional y ser equipo de Segunda. Noventa minutos de nervios, de excitación, de lucha, de entrega sin fin. Noventa minutos para alcanzar la gloria
