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Perfil

Manix Mandiola, el hombre milagro

De personalidad arrolladora y de vuelta de casi todo, pase lo que pase, el entrenador vasco ya se ha hecho un hueco de por vida en el corazón de la afición balearica por su desparpajo y simpatía, también por su profesionalidad

Manix Mandiola, el hombre milagro

Llegó Javier Manix Mandiola (Eibar, 60 años) a Mallorca en febrero del año pasado y, desde el primer día, ha encandilado a aficionados y periodistas por su arrolladora personalidad y naturalidad. Siempre original en sus respuestas, ha conseguido lo que en estos días parece imposible: que un personaje del mundo del fútbol se salga del guión.

Mandiola, conocido por Manix, sobrenombre de un detective de teleserie en la década de los 70, es de los que siempre ven el vaso medio lleno. Con esta forma de entender la vida salvó al equipo de un descenso que ya se daba por hecho en Son Malferit. Once meses después ha convertido al Atlético Baleares en campeón de su grupo y se dispone a afrontar la eliminatoria del ascenso a Segunda División. Pase lo que pase en este play-off, Mandiola ya se ha hecho un hueco de por vida en el corazón de los aficionados blanquiazules.

El técnico vasco, que habla en euskera con su entorno más íntimo, entre ellos su preparador físico Aitor Maiztegi, se metió a todo el mundo en el bolsillo a las primeras de cambio. Se empadronó en Mallorca para demostrar que su intención no era ser un entrenador de paso, "y si no, de camino al aeropuerto", dijo en una entrevista a este diario.

Aficionado a frecuentes citas a Groucho Marx -"siempre tendré dudas de quien confía en alguien como yo"-, este veterano técnico, que ha dirigido al Eibar, Alavés, Tudelano y Burgos, entre otros, aspira siempre a que los jugadores le vean como "un convencedor, como un conductor de grupos", alguien que puede sacar lo mejor de ellos. "No creo en la mano dura, no me convencen los tiranos. Si no puedo convencer de algo, no lo impongo", asegura Mandiola, que ha llegado a jugar con el actual entrenador del Barcelona Ernesto Valverde.

Pese a que solo ha entrenado dos años en Segunda División, no se queja porque, asegura, "le debo demasiado al fútbol". Como que ha sido futbolista profesional, sabe como el que más cómo hay que tratar al jugador. No es partidario de inflar la cabeza del profesional con discursos complejos "porque no todo el mundo lo entiende". Es partidario de "no marear" a los jugadores. "Hay que mandar la información justa al jugador, ya han tenido dos entrenadores antes y hay que desdramatizar", dijo en su primera rueda de prensa, hace ya catorce meses, en la que ya mostró su carisma con alguna frase ingeniosa. "No es fácil porque (el equipo) parece el coche de Fernando Alonso, avería tras avería, pero esta vez queremos acabar la carrera", comentó entre risas de los presentes. Pese a que cuando aterrizó en la isla, el equipo se encontraba en una situación muy delicada, la primera palabra que empleó fue desdramatizar. "La clave es desdramatizar la situación. Tampoco se acaba el mundo si el Atlético Baleares baja, el sol va a salir igual y más en Palma, pase lo que pase, aunque no he venido aquí para esto", comentó.

Su teoría sobre la táctica es tan clara como simple: "El orden se acaba cuando tienes un equipo delante para contrarrestarte. Has de adaptarte al rival, y hacerlo en todos los partidos si eres un equipo humilde. Ahí se rompe el dibujo".

Mandiola, poco amigo "de quedar bien, digo lo que pienso", no se ha andado con rodeos cuando algo no ha sido de su agrado. En el pasado mercado de invierno, preguntado por los refuerzos, envió un mensaje al director deportivo Patrick Messow: "Yo vivo de realidades, aquí me traen proyectos". Este dardo debió venir a cuento cuando el club fichó al delantero nigeriano Ody Alfa, que no ha jugado ni un minuto desde que llegó en enero. "No sé quién es, aunque tampoco creo que él sepa quién soy yo", dijo con su gracia habitual aunque con pocas ganas de reír.

Tampoco se ha ido por las ramas durante la temporada cuando se le preguntaba por un posible cambio al Estadio Balear si hubiera sido posible. "Estoy muy bien en son Malferit", dijo, "me recuerda a Ipurúa". Un cambio que no podrá evitar la próxima temporada, tanto si el equipo juega en la categoría de plata, como en la Segunda B. De momento ha convertido al Atlético Baleares en campeón. Ahora queda lo más difícil, el ascenso. Si lo consigue se habrá hecho merecedor a un monumento a la entrada al remodelado Estadio Balear.

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