El Atlético Baleares es un campeón en toda regla. Así lo dicen los números. A falta de una jornada ha confirmado la ansiada primera posición que le permitirá disputar la eliminatoria del ascenso directo a Segunda División, en lo que se ha convertido en el gran objetivo de la temporada.

No ha enamorado el conjunto blanquiazul por su fútbol brillante, pero qué importa en esta Segunda B, donde los puntos se disputan cada domingo a cara de perro. Mandiola, conocedor como pocos de esta categoría, ha confeccionado un grupo de guerreros solidarios que lo han dado todo en cada partido. Ha contado con pocos jugadores, trece, catorce a lo sumo, pero le han respondido a las mil maravillas, desde el guardameta Carl, que solo ha encajado 30 goles -el cuarto menos goleado-, a menos de uno por partido, hasta Nuha o Marcos Jiménez de la Espada, los máximos realizadores, con diez y ocho dianas, respectivamente. No son muchas, pero la solidaridad se se ha demostrado en lo bien repartidos que han estado los goles. Seis han firmado Samuel y Fullana, cinco Hugo Díaz, casi siempre entrando desde el banquillo; Canario y Villapalos con cuatro y el veterano central Vallori con dos. Pese a no contar el equipo con un goleador de referencia, es el tercer máximo artillero del grupo, con 51 dianas, una menos que el Espanyol B.

El Atlético Baleares, que desde que se hizo con el liderato en la jornada 25 ya no lo ha soltado, suma 27 jornadas consecutivas en plaza de play-off, desde la undécima. Tan buena es la temporada del conjunto de Son Malferit que al término de la jornada 35 sumaba un punto más que el Mallorca la temporada pasada, 68 por 67. Ni tan siquiera la gran irregularidad mostrada por el Hércules y el Villarreal B, que han fallado más de la cuenta, resta ningún mérito al conjunto blanquiazul, que por momentos, durante la temporada, ha dado la impresión de sentirse imbatible por la gran superioridad que ha demostrado sobre sus rivales.

El equipo, que desde la quinta jornada, cuando ocupó la decimocuarta plaza, no ha dejado de escalar en la tabla, ha basado su fortaleza en su gran solvencia en defensa. Mandiola lo expresó mejor que nadie cuando dijo que "nos vamos a casa sin saber si Carl es bueno o malo". Es un equipo siempre incómodo para los rivales, que casi siempre se han ido de vacío -en goles y en puntos- del coqueto campo de la Federación Balear. Los números no engañan: ha sumado el equipo ante su afición 50 de los 72 puntos que acumula, con diecisiete victorias, dos empates (Castellón y Ebro) y una sola derrota (Sabadell, a comienzo de temporada). Precisamente, de cómo el equipo se desenvuelva ante su afición en el play-off dependerá gran parte de las posibilidades de ascenso a la categoría de plata.

En el año 2019 el equipo se muestra invicto. La última derrota se remonta al 22 de diciembre ante el Lleida (3-2). Desde entonces el grupo de Mandiola acumula 19 partidos sin perder, con once victorias y siete empates. Hasta el partido del pasado día 5 de mayo, el equipo acumuló 1025 minutos sin verse por detrás en el marcador, todo un síntoma de su superioridad a lo largo de la temporada. Pero como dijo esta semana Rubén González, uno de los fijos de Mandiola, "la Liga me hará feliz, pero lo que quiero es el ascenso". En ello están.

Mandiola gana tiempo. Quedar campeón con antelación permite al entrenador conceder descanso ante el Hércules, en la última jornada, a la mayoría de sus jugadores titulares. Al contar siempre con los mismos, permitirá que los no habituales dispongan de una oportunidad. Precisamente, las dudas en torno al equipo a la hora de afrontar el play-off radica en el supuesto cansancio de los jugadores titulares, cargados de partidos y de minutos. Pero cuando hay tanto en juego, todo pasa a un segundo plano. El equipo está preparado para el momento que tanto ha esperado.