Ayer fue uno de esos días que los aficionados al fútbol, especialmente los del Real Mallorca, recordarán durante muchos años, y no porque se concretara campeonato ni ascenso alguno, sino porque lo que se vio en Son Moix fue una muestra de comunión entre la grada y el equipo que defiende los colores rojillos, que hacía tiempo no se vivía. Los chicos de Vicente Moreno fueron despedidos al grito de “sí se puede”por los más de 11.000 espectadores presentes, conscientes de que se había logrado una victoria que permite soñar con todo, o sea con un ascenso a Primera División, algo que tiene un mérito galáctico si se produce porque no hay que olvidar que este Mallorca es un recién ascendido de Segunda B.
“Sí se puede” y sí se merece, porque en este grupo todo el mundo está cumpliendo con su trabajo con nota sobresaliente. Desde el más titular, como puede ser un Dani Rodríguez ayer excelente, o el Álex López que sale en los últimos diez minutos del partido y es capaz de generar dos oportunidades, una que no pudo concretar al ser objeto de un penalti dudoso y otra que sí acabó en el fondo de la red, para desesperación de los asturianos. Fue un gol en el minuto 94 y medio, que pudo provocar más de un infarto entre los débiles de corazón, pero que acabó produciendo una explosión de júbilo en una grada que también había cumplido con creces con su labor de animar al equipo.
Los ingredientes para lograr una hazaña futbolística están alineados. Equipo enchufado, afición enchufada, y también, todo hay que decirlo, un factor clave en el mundo del fútbol. El Mallorca tiene lo que se llama “la suerte de los campeones”. Se han sumado seis puntos gracias a dos victorias logradas en los estertores de los dos últimos partidos. De dos puntos posibles a reales. Este equipo se permite soñar con todo. No solo con entrar en el play off sino incluso ir a por esa segunda plaza que da el ascenso directo.
El campeonato sigue a la espera
No pudo ser y hay que continuar otra semana a la espera. El premio de clasificarse para el play off de ascenso a Segunda B está conseguido hace varias semanas, pero falta la guinda de ser campeón de grupo, que no es baladí, porque da una doble oportunidad. El Atlético Baleares buscó ayer en Badalona ese triunfo que le faltaba para certificar su objetivo, pero estuvo excesivamente contemporizador, sin que tampoco haya que olvidar los méritos del rival, un Badalona rocoso al que cuesta hacerle un gol como pocos.
Queda una nueva oportunidad antes de llegar al último partido contra el Hércules en el Rico Pérez. Es vital para los de Mandiola ganar ante el Lleida para preparar con calma el que ha de ser el objetivo: el ascenso a la Liga 123. Sí se puede y sí se merece.
