Se llegue o no al objetivo de entrar en los play off que dan licencia para disputar el ascenso a Primera, la temporada de Vicente Moreno al frente del banquillo mallorquinista está cumpliendo sobradamente los objetivos. Los tres puntos que el Mallorca sumará contra el Reus cuando el calendario marque su visita, hace que el objetivo de los 50 puntos que dan la salvación esté ya en el zurrón.
Con estos antecedentes no es extraño que el caché del técnico valenciano haya subido como la espuma. Su nombre se ha asociado al Villarreal, y Moreno, cauteloso como nadie cuando las noticias se refieren a él, no ha querido manifestarse, al igual que hizo cuando este diario le preguntó si se veía como el entrenador de la próxima temporada a pesar de que tiene contrato firmado hasta el 2020.
Para suerte o desgracia del Mallorca, Moreno seguirá en la isla si los resultados le acompañan de aquí a final de temporada, si el proyecto que se le ofrece es deportivamente interesante y si la oferta económica está a la altura de lo que su representante tiene en cartera. Es la ley del fútbol y nadie debería enfadarse con el valenciano si finalmente no continúa. En el ADN del fútbol español no existe la figura del entrenador ligado de forma unívoca a unos colores. Los ejemplos de Arsenio Iglesias o Luis Molowny son tan viejos que la mayoría de aficionados al fútbol actual no recuerdan ni quiénes eran. Un Alex Ferguson en los banquillos españoles es tan extraño que nadie plantea un ciclo de más de cuatro o cinco temporadas, aunque sean exitosas como fueron los tiempos de Guardiola en el Barcelona.
La misma afición que hoy ensalza a un técnico le pita al cabo de poco tiempo. Tenemos ejemplos frescos en el recuerdo y con protagonistas conocidos. Cúper llevó al Valencia a dos finales consecutivas de la Champions League, y a la temporada siguiente estaba cuestionado por los mismos que le ponían por las nubes. Disfrutemos del momento que es lo que nos toca.
Mandiola, el hombre del milagro
Hablando de técnicos, el que también está haciendo una temporada de ensueño, al menos en lo que a resultados deportivos se refiere, es Manix Mandiola en el banquillo del Atlético Baleares. El técnico vasco ha situado a su equipo líder destacado en su grupo de Segunda B y ha dado forma al sueño blanquiazul del ascenso. Tras la victoria de ayer ante el Villarreal, los de la Vía de Cintura ya están cuatro puntos por encima del segundo clasificado y, lo que es más importante, han abierto una brecha de siete puntos sobre el equipo que se asoma al play off. Mandiola ha demostrado ser el técnico milagro, el que en apenas unos meses ha pasado de salvar del descenso al equipo, a llevarlo a lo más alto, literalmente. A ese no hay que dejarlo ir.
