Son las once de la mañana. Ariadna lleva cuatro horas despierta. A las ocho, puntual, ya estaba en Príncipes de España, donde cursa primero de Bachillerato. Sin tiempo para un respiro, su padre le espera en las puertas de la instalación deportiva para poner rumbo al Polideportivo Santa Mónica.

Allí entrena durante dos horas en las pistas de pádel del recinto. Come y vuelve a clase. Por la tarde aún queda una sesión física, serán las ocho cuando quiera regresar a casa. Se duchará, cenará y sacará algo de tiempo para estudiar. Cuando coge la cama cae rendida. Mañana tiene por delante otro duro día. "¡Oye! Pero que esto vale la pena ¿eh? Es lo que yo he elegido, nadie me ha obligado", sonríe dicharachera. Sarna, con buen gusto, no pica.

Solo tiene 16 años, pero Ariadna Cañellas, 'Ari', como le llama su padre, ya es toda una campeona del mundo. Su trayectoria en el mundo del pádel comenzó hace ahora cinco años de manera accidental, pero desde entonces su progresión ha sido meteórica. "Quiero dedicarme a esto, me importa poco el sacrificio que haya detrás", asegura convencida.

Cuando apenas levantaba un metro del suelo, Ari agarró su primera raqueta, por aquel entonces de tenis. Su padre dirigía una Academia de pádel junto a la mallorquina Sandra Hernández y un día decidió embarcarla en un campeonato de España de dicha disciplina, con solo dos semanas de entreno a sus espaldas. Lo ganó. "¡Eso fue la leche!", reconoce su progenitor, y ahora también entrenador, sobre ese primer torneo.

Ese triunfo y "su forma de juego" le hicieron decantarse por el deporte de la pala, donde esta temporada se convertirá en la primera mallorquina, menor de edad, que disputará todas las pruebas del campeonato del mundo. Ocupa la posición 76 del ránking del World Padel Tour (WPT).

El camino para llegar hasta aquí no ha sido fácil y "asumir los gastos que conllevan este deporte tampoco", sonríe mirando de reojo a su padre. Solo el año pasado calculan que se gastaron unos 7.000 euros entre desplazamientos y alojamiento para acudir a los torneos. "Esto no da para vivir. Si llego un día a igualar los gastos, me puedo dar por contenta. Las diferencias entre hombres y mujeres todavía son notables. La quinta mejor jugadora del mundo, solo con los premios de los torneos, no sería capaz de sobrevivir, necesita tener sponsors detrás que sustenten su carrera. En el caso de los hombres es ligeramente distinto", reflexiona.

La insularidad tampoco ayuda para el progreso de Ariadna. Encontrar una pareja con la que entenderse dentro de la pista resulta imprescindible para obtener unos resultados positivos. "Normalmente tengo que aprovechar los días previos a los torneos para realizar algún entrenamiento con la compañera, porque aquí en Mallorca, no hay jugadoras de tanto nivel", reconoce.

En 2017 se proclamó campeona del mundo en la categoría cadeteEn 2017 se proclamó campeona del mundo en la categoría cadete. Con solo 15 años logró clasificarse para el cuadro final en un torneo del WPT. Hace solo dos fines de semana ganó el primero de los tres Nacionales que se disputan cada año en el estado español. "Mi objetivo esta temporada está claro: revalidar título en el Mundial de menores y hacer un buen papel en el circuito profesional, encontrar una pareja estable y ahorrarme los encuentros de pre-previa que alargan tanto el campeonato", reconoce.

Su padre, Tolo Cañellas, no esconde el sacrificio que hay detrás de todos estos éxitos. "Ella siempre ha sido una jugadora que ha entrenado mucho. Físicamente quizás no sea la mejor, pero mentalmente es muy buena. Además, tiene unos golpe bonitos, como su bandeja y su revés liftado. Muchos nos preguntan si viene de la Academia Rafa Nadal, viendo cómo golpea la pelota", reconoce Tolo.

¿Y cómo es eso de aguantar a un padre como entrenador? Ella ríe, él sonríe. "Hay más confianza, es evidente, y eso en ocasiones puede ser bueno y otras no tanto. A veces me corrige cosas como entrenador y yo me las tomo como una bronca de padre, pero dentro de lo que cabe lo llevamos bastante bien", asegura Ariadna. "Ya sé como llevarla, tengo mis truquillos y compartir tanto tiempo juntos, entrenando y viajando, es algo impagable", asegura Tolo. "¡Oh qué bonito!", responde airosa la joven dando rienda suelta a su envidiable relación.