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Análisis

El último romántico

Con la muerte de Damià Seguí desaparece un personaje único en el mundo del deporte, que llevó su pasión por el voleibol hasta las últimas consecuencias. No reparó en gastos para formar parte de la historia más ilustre del voleibol español. Ganador nato -repudiaba perder, aunque aceptaba la derrota con deportividad-, este empresario de Sóller con acento francés -vivió en Argelia, colonia francesa, hasta los 28 años-, fue un triunfador en el deporte que amaba. Se fue tras conseguirlo casi todo con el Son Amar, regresó tímidamente una década después con el Pòrtol y cerró su relación amorosa con el voleibol en el Can Ventura, campeón desde la nada. Se ha ido el último romántico.

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