"Soy la voz de mi madre, porque ella nunca tuvo estas herramientas". Marga Crespí responde al otro lado del teléfono, amable como siempre y de nuevo en el escaparate. Aunque esta vez por un motivo muy dierente al de sus éxitos deportivos: por explicar públicamente a través de sus cuentas en internet el maltrato psicológico de su padre. Hacia su madre, hacia ella y hacia su hermano. "No me ha quedado más remedio. Es la última medida, un llamamiento de 'para ya'... Es algo que he hecho bien", sentencia.

"La denuncia contra mi padre está puesta", afirma a DIARIO de MALLORCA. "La puso mi hermano después de que lo escribí en mis redes sociales", confirma. Fue hace unos días, después de que él, con el que habla cada día, la llamara de madrugada porque se había encontrado a su padre por la calle. "Ahora mismo lo he hecho por mi hermano, pero es algo que nos afecta a todos", afirma.

"A mí, ahora que estoy lejos, ya no tiene nada con qué amenazarme. Pero desde aquí -Las Vegas, en donde trabaja para el Circo del Sol- no puedes hacer nada, porque mi hermano se lo puede encontrar por la calle", asevera, consciente de que el revuelo es necesario, aunque duela. "Mi madre aún llora, porque era algo que tenía enterrado. Pero hemos recibido amenazas y sufre por nosotros", reconoce.

"Mi madre está con nosotros a muerte, pero está afectada", dice, y refuerza su declaraciones públicas al recordar lo vivido durante mucho tiempo: "Nos empezamos a dar cuenta hace años. Siempre intentamos digerirlo, pero llega un punto en que es imposible. Dije basta. Y siento que es importante haberlo hecho".

"Porque vas para atrás en el tiempo y ves que nadie puede devolver los años perdidos", relata, y recuerda: "Tenía once años y me vendieron que estar con mi padre era lo mejor, que ella era la loca".

"No nos vio durante un año y medio, la amenazó con que nos llevaría al extranjero. ¿Eso no es para volverse loco?", comenta, justo antes de mirar hacia atrás y recordar cómo decidió marcharse al CAR de Sant Cugat para integrarse en la selección españolay así "huir" de su progenitor.

Un cambio de vida que le reforzó como persona. "Y hacerme independiente", explica y cuenta cómo se revelaba: "Evidentemente, en cuanto pude le quité de mis cuentas bancarias; se enfadó. Y el día que me pidió dinero para pagar sus deudas le dije que no; estuvo una semana sin hablarme".

Su contacto con él es nulo. O casi. "No me coge las llamadas, porque le digo las verdades. No tiene el valor de enfrentarse a mí", dice. Y añade un dato demoledor: "Su última amenaza la borré, no quieres escuchar cómo tu padre te insulta 50 veces". "¡Ojalá mi hermano y yo las hubéramos guardado para la denuncia! Un maltrato así es complicado", concluye.