Diario de Mallorca

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Minuto 91

El Mallorca cambia el discurso

Son muy pocos ya los que defienden un mensaje conservador. El conjunto bermellón, en la persona de su entrenador, es el primero que piensa de manera ambiciosa.

El Mallorca celebra uno de los dos goles que marcó el sábado en La Romareda. Lof

No hay más que verles tras un empate o una derrota. En un equipo cuyo objetivo fuera la permanencia, la igualada en Zaragoza se hubiera celebrado a lo grande, por mucho que se desperdiciara una renta de dos goles. No en el Mallorca, al menos no en el Mallorca de Vicente Moreno, inconformista por excelencia, al que solo le va bien la victoria. "El único resultado que me vale es el triunfo", repite como un mantra el valenciano, que es el primero que sabe que si es capaz de mantener la regularidad exhibida hasta ahora puede soñar con objetivos bonitos.

Eran muchos, entre los que se encuentra quien suscribe, los que tenían muchas dudas de que prácticamente el mismo equipo que consiguió el ascenso pudiera rendir de la forma que lo está haciendo en una categoría superior. Moreno está logrando que los jugadores rindan por encima de sus posibilidades. Se lesiona Reina y ahí está Parera para discutirle el puesto con sus intervenciones; Fran Gámez está cuajando la temporada de su vida; Lago se está convirtiendo en un goleador consumado y Álex López aprovecha a la perfección las pocas ocasiones que ha disfrutado; y Salva Sevilla juega como si tuviera 24 años, en lugar de los 34 que indica su carnet de identidad. El discurso de los futbolistas es un calco del que pronuncia el técnico. Y si no, escuchen a Lago después del empate en La Romareda, para él, escasa renta "porque queremos estar arriba".

El Atlético Baleares ya es tercero tras su agónica victoria ante el Teruel (4-3). Un triunfo de los que te hinchan de moral y que te ayudan a creer en que se pueden superar todas las barreras. Un partido de emociones. Cuando el 3-2 parecía definitivo, en el añadido empatan los aragoneses. Pero había tiempo para un cuarto gol. Mandiola, fiel a su estilo, admitió que lo había pasado mal, pero nada que no solucione "un buen vino". Genio y figura. Si no existiera, habrá que inventarlo.

Jorge Lorenzo puso ayer punto y final a dos años de pesadilla en Ducati, escudería de la que, lamentablemente, sale por la puerta de atrás. Tres victorias y siete podios en las 32 carreras que ha disputado es muy poco bagaje para todo un pentacampeón del mundo. La tardanza en adaptarse a la nueva moto tras muchos años en Yamaha, la falta de sintonía con Dovizioso, y que los rectores de la escudería dejaran de creer en él justo cuando empezaba a ganar han sido demasiados contratiempos para un piloto que busca una nueva oportunidad en Honda. No lo tendrá fácil. Como compañero tendrá al que en el futuro será el mejor piloto de todos los tiempos, el auténtico amo del circuito y que conoce su moto como la palma de su mano. El reto es mayúsculo para ambos. Entre los dos suman ocho títulos en la máxima categoría. Si Lorenzo fuera capaz de conquistar el título supondría una hazaña como pocas. El futuro es ilusionante; el pasado más reciente, mejor olvidarlo.

El deporte ofrece en ocasiones noticias espeluznantes. Como la que protagonizó ayer el ciclista mallorquín Sebastià Vila, que en la prueba de BTT Memorial Joan Suñer Mesquida, celebrada en Porreres, se clavó un trozo del manillar de unos quince centímetros de longitud. Operado de urgencia, permanece en la UCI. Esperemos que todo haya quedado en un susto.

Maestro Zverev. El alemán ha dado la gran sorpresa en la Copa de Maestros al imponerse al indiscutible favorito y número uno Novak Djokovic. Zverev parece llamado algún día a suceder al 'Big Four'.

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