Jorge Lorenzo acabó en una discreta duodécima posición en su última carrera con Ducati, lejos en todo momento de la cabeza. El tricampeón del mundo de MotoGP cierra así dos años vestido de rojo plagados de altibajos. El mallorquín no lo tuvo fácil en su estreno, pero en el tramo final de 2017 se le vio mucho más adaptado a la Desmosedici.

Tras una irregular pretemporada, el '99' protagonizó el peor arranque de un piloto oficial de Ducati, pero justo cuando peor pintaba su matrimonio con la marca boloñesa dio la vuelta a la situación consiguiendo dos victorias consecutivas en Mugello y Montmeló. Dos triunfos que llegaron tarde, pues la escudería, tal vez en una decisión precipitada, ya había decidido no renovarle y el mallorquín había firmado para correr con Honda los dos próximos años.

En su mejor momento con los de Borgo Panigale, a la vuelta del verano, Lorenzo ganó en Austria, pero a partir de ese momento todo le fue mal y encadenó una serie de caídas y lesiones que le impidieron correr hasta ayer en Valencia. Finalmente acaba la temporada en la novena plaza del campeonato, su peor posición desde que compite en la categoría reina.

"Tengo que pensar en positivo y sacar lo mejor de estos dos años", dijo Lorenzo nada más bajarse de la Ducati por última vez. "Ha habido momentos difíciles, eso no se puede negar. Estoy muy orgulloso del trabajo hecho y creo que el matrimonio nos ha hecho más fuertes. En puntos, este año ha sido peor que el pasado. No tuve suerte ni al principio ni al final del campeonato", señaló.

"No conseguí el Mundial, pero ganamos tres carreras y algo es algo. Tengo que estar triste porque el objetivo del título no se consiguió. Creo que teníamos potencial para lograrlo si hubiera permanecido aquí, pero por desgracia eso ya no se sabrá", añadió. A pesar de la decepción por este final, Lorenzo sacó pecho del trabajo realizado en estas dos temporadas.