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Análisis

La voluptuosidad de Agrigento

Dicen que los habitantes de Agrigento, la ciudad de Sicilia fundada por los griegos en el siglo VI a. C., vivían voluptuosamente como si fueran a morir al día siguiente, pero construían casas como si fueran a vivir eternamente. Me parece que el Betis jugó en el Camp Nou como si el equipo estuviera formando por once agrigentinos, es decir, voluptuosamente en ataque como si fueran a morir al día siguiente, pero construyendo casas en defensa como si fueran a vivir eternamente. Esa combinación bética entre voluptuosidad y consistencia destrozó al Barça, hizo añicos la reaparición de Messi, dejó en nada la grandeza bajo los palos de Ter Stegen, se comió a Arthur, levantó sospechas ante la profundidad del banquillo culé y, sobre todo, hizo que todos miráramos de reojo a la grada del Camp Nou, donde estaba sentado, y puede que hundido, un tal Ousmane Dembélé. No fue un mal día del Barça. Fue una gran tarde del Betis de norte a sur y de este a oeste, por arriba y por abajo, de derecha a izquierda, por delante y por detrás. Una tarde tan grande que, la verdad, el resultado parece incluso corto. Y por eso debemos ser optimistas. ¿Sólo perdimos 3-4 ante un Betis que parecía una mezcla entre el Manchester City, el Bayern de Múnich y el Real Madrid? ¿Una derrota por la mínima, con un jugador menos en los últimos minutos tras la expulsión de Rakitic, y después de la exhibición de Júnior, Lo Celso y Carvalho? ¿Perdimos un partido que, con la famosa flor de otros, podría haber terminado en empate en el último segundo con un gol de medio churro? ¿Una derrota por un solo gol de diferencia en un partido en el que falló Ter Stegen en uno de los goles, Luis Suárez no estuvo fino, Sergi Roberto permitió océanos de espacio a su espalda y los béticos llegaron una y otra vez al área del Barça con opciones de gol? Decía François Truffaut que un pesimista es un optimista con experiencia, pero el optimismo culé que propongo es resultado del pesimismo que nos dejó con mal cuerpo y una mueca de resignación después de la experiencia con el Betis. Además, es muy difícil que el Barça se vuelva a encontrar con un equipo que ataque como si fuera a morir el día siguiente y defienda como si fuera a vivir eternamente. Menos mal que el próximo partido es en Madrid, y no en la voluptuosa Agrigento.

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