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Minuto 91

Qué difícil es ser Rafel Nadal

Si hace porque hace, si no hace, porque no. La realidad es que el Nadal más solidario también ha recibido críticas por un supuesto exhibicionismo en Sant Llorenç. Como si lo necesitara

Qué difícil es ser Rafel Nadal

Mallorca ha demostrado tener un corazón enorme. Las muestras de solidaridad para con los afectados por las inundaciones de Sant Llorenç des Cardassar han llegado desde todos los puntos de la isla. El mundo del deporte no ha sido ajeno a esta ayuda y a la connivencia con los damnificados. Desde Rudy Fernández a Joan Mir, pasando por el Mallorca, Atlético Baleares, Urbia Volei, Tomeu Nadal, guardameta del Albacete, y un largo etcétera. Entre ellos no ha faltado, como no podía ser de otra manera, Rafel Nadal, que por ser de la zona se ha volcado como un voluntario más a la hora de ayudar a hacer la vida más fácil a los vecinos de Sant Llorenç.

Pero como vivimos en un mundo ruín, en el que una buena acción es muy fácil convertirla en algo maligno -con el impagable altavoz de las redes sociales-, la colaboración del mejor deportista español de todos los tiempos en las tareas de limpieza se ha querido convertir en lo que no es, un exhibicionismo y unas ganas de figurar de las que si hay alguien que no está necesitado de ello es Nadal. El número uno del tenis mundial sabía a lo que se exponía con su decisión, que muy a su pesar sería foto de portada en medio mundo y que no todos la vería con buenos ojos. Quien conozca a Nadal sabe que no fue a Sant Llorenç a hacerse la foto, sino con la única intención de ayudar como un voluntario más a los vecinos de una localidad situada a tres kilómetros de donde reside. Demostró que por encima del deportista está la persona. Muchos no lo ven así. Peor para ellos. En estas situaciones sólo Nadal sabe lo difícil que es ser Nadal. Con la que ha caído, con el drama que se ha vivido y se vive, da rabia que se tengan que abordar cuestiones secundarias cuando, con lo que hay que quedarse, es con la solidaridad de los mallorquines.

La falta de puntería condenó al Mallorca en Granada. Todo la eficacia que demostró siete días antes ante el Tenerife se fue al garete ante uno de los candidatos al ascenso. Dani Rodríguez en dos ocasiones, Abdón y Aridai tuvieron el gol en sus botas, pero ayer no era el día. Como muy bien dijo Moreno al final del partido, en el fútbol no se vive de sensaciones, que fueron buenas, sino de puntos. Su semblante lo decía todo. Se había dejado escapar una buena oportunidad. Aunque no sirva de consuelo, el equipo sigue sexto.

Volviendo a Nadal,.aunque esta vez por razones deportivas. Con su victoria en Shanghái, Djokovic se ha colocado a solo 215 puntos del manacorí en la pelea por el número uno, una diferencia ínfima y que el serbio superará a finales de mes en París-Bercy si Nadal no acude a la cita, que aún está por ver. La trayectoria del balcánico en este 2018 es para quitarse el sombrero. Tras ser operado del codo, ha conquistado Wimbledon, el US Open, Cincinnati y ayer Shanghái. Sencillamente espectacular en un tenista que muchos ya daban por enterrado.

Varapalo al Palma Futsal. La primera derrota del equipo de Vadillo fue de las que duelen. Perder 4-0 es un palo demasiado grande, por mucho que te hayas estrellado contra el portero rival y los postes. Hasta cuatro veces impactaron los jugadores del Palma Futsal al palo. Mala suerte. No lo es encajar tres goles en cinco minutos que sentenciaron el partido a favor de Osasuna Magna. Vadillo, como muchos de sus colegas, asumió erróneamente toda la culpa. Y no es así. Se hace un flaco favor a los jugadores con este tipo de declaraciones. Los futbolistas son los que juegan, para lo bueno y para lo malo.

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