Tiene medallas de todos los colores y sabores, pero cada vez que se sube al podio mira la que le acaban de colgar como si fuera la primera. Ayer no fue una excepción en el Santiago Martín de La Laguna de Tenerife. Alba Torrens (Binissalem, 1989) miró la presea con unos ojos desbordantes de felicidad, porque solo ella sabe lo que le ha costado tenerla en sus manos. Es una ganadora y quiere la de oro, pero este bronce en todo un Mundial es para celebrarlo. Anoche en Canarias conquistó su octava medalla con la selección española, toda una hazaña.

A sus 29 años, la mallorquina está en plena madurez personal y deportiva, pero lo mejor es que da la impresión de que le queda mucha cuerda para rato. Y eso que empezó en la elite desde muy jovencita.

Habitual en los combinados nacionales de las categorías base, las medallas logradas no fueron por casualidad y su gran clase ya avanzaba que alcanzaría grandes cotas. Con 1'90 de altura y una agilidad impropia para su edad y estatura, su irrupción en la máxima categoría nacional del baloncesto femenino fue la anunciación de lo que estaba por venir. Progresó a pasos agigantados y se instaló en la elite en 2011, cuando con el Perfumerías Avenida de Salamanca se proclamó campeona de la Supercopa de España, Liga española y Euroliga; obteniendo además el galardón de 'Mejor jugadora de Europa' concedido por la FIBA. El siguiente paso estaba cantado y en Turquía le abrieron las puertas. Una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha le dejó más de seis meses lesionada y con una campaña casi en blanco, pero en 2014 rubricó la confianza que le dio el Galatasaray para repetir final, triunfo y ser MVP en la Euroliga.

Sin cumplir los 25 años, otro grande de Europa la llamó a sus filas tras firmar con España un excelente Mundial (plata y elegida en el quinteto ideal). Con el Ekaterimburgo ha seguido consiguiendo títulos, siempre con un rol importante en el equipo. Tras la histórica medalla de plata en los Juegos de Río, se colgó el oro en el Eurobasket y ayer el bronce en el Mundial. Seguro que no son sus últimos metales.