La rodilla derecha jugó una mala pasada a Rafel Nadal, que se vio obligado a retirarse ante el argentino Juan Martín del Potro en las semifinales del Abierto de Estados Unidos (7/6 y 6/2). El mallorquín, con una sensible cojera que le dejó muy mermado físicamente, se rindió ante sus evidentes problemas y por la calidad de su rival, un Del Potro que mañana buscará ante Djokovic o Nishikori -el partido se ha disputado esta pasada madrugada- el segundo Grand Slam de su carrera tras el US Open que logró en 2009.

El partido se redujo a lo que ocurrió en el primer set. El resto fue una pantomima. No hubo partido porque Nadal no estaba en condiciones de nada. Sus gestos de dolor eran evidentes desde todos los puntos de la inmensa Arthur Ashe. Sobre todo cuando, tras el tercer juego del segundo parcial, tuvo que ser atendido por el fisioterapeuta, que le daba masajes en la parte superior de la rodilla. La cara de Nadal era todo un poema, el peor síntoma de que las cosas no iban bien para sus intereses.

Fue una verdadera lástima porque el primer set, aunque cayó del lado de Del Potro en la muerte súbita, fue un auténtico espectáculo. Con el mallorquín en plenitud de condiciones, la fiesta está asegurada. Pero si no está bien, si anda renqueante por las lesiones, es una presa fácil para cualquiera, y más para un Del Potro en un gran estado de forma y dispuesto a dejar de nuevo huella en el grande norteamericano.

Nadal estaba molesto porque veía que se le escapaba la posibilidad de sumar su decimooctavo Grand Slam. Al igual que ocurriera en el Abierto de Australia, donde se tuvo que retirar en los cuartos de final ante el croata Marin Cilic, el número uno abandonó la pista cabizbajo, maldiciendo su mala suerte en momentos clave de la temporada. Su mal humor se hizo evidente minutos antes de producirse su abandono cuando, con el marcador claramente favorable a Del Potro en el segundo set, el mallorquín se dirigió al juez árbitro diciéndole: "Me retiraré, pero esto no se hace", protestando una decisión del árbitro, aunque no se supo cuál.

Tras finalizar el segundo set Nadal dijo basta. Se dirigió a su amigo Del Potro y le confirmó que se retiraba, que no podía seguir con su maltrecha rodilla. El argentino, muy deportivo, apenas celebró su pase a la final, no al menos hasta que su rival abandonó la pista entre la ovación de un público entregado al mallorquín.

Nadal no solo no podrá defender su título en Nueva York y aspirar a su cuarto entorchado en el abierto norteamericano, sino que además causará baja casi con toda seguridad en el equipo de Copa Davis que la semana que viene se enfrenta a Francia.