Matthew Wade y Adrián Abadía esperaban ayer martes el reconocimiento que el Govern les concedió como si fuera un día normal de rutina. Las caras de ambos transmitían la profesionalidad plasmada en sus cinco medallas de salto de trampolín en el reciente Campeonato de Europa Júnior celebrado en la ciudad noruega de Bergen. Los dos jóvenes, educados y siguiendo el protocolo en el Palma Arena justo antes de recibir el homenaje del Govern, eran conscientes de la machada conseguida en la cita continental. Por ejemplo, el último título júnior de España se remonta al logrado en Edimburgo en 2003, toda una travesía por el desierto hasta el desembarco de los dos saltadores mallorquines.

El éxito llega ahora, pero el objetivo del triunfo vino precedido por una receta meticulosamente estricta. Todo pasa por el "trabajo, trabajo y trabajo", señala Adrián, de dieciséis años de edad y que se ha colgado dos medallas de plata de salto en uno y tres metros y la medalla de oro sincronizada junto a su compañero y "hermano" Matthew.

"Entramos a las ocho de la mañana al instituto y llegamos a las nueve a casa", comenta Adrián, que hoy pone, junto a Matthew, rumbo al Mundial Júnior de salto en Kiev (Ucrania) con las mejores de las sensaciones. "Siempre hay posibilidades de quedar en buena posición pero también contentos de estar allí y a disfrutarlo al máximo", afirma Matthew, medalla de oro en salto de un metro y el oro conjunto en tres metros en el último Europeo júnior. Un Mundial, que se celebra del 23 al 29 de julio, clave en las aspiraciones para participar en los Juegos júnior de Buenos Aires, ya que conseguir estar en el top nueve del ranking aseguraría la plaza en una de las citas más importantes.

Estos deportistas empezaron a contracorriente su andadura en el salto, con un Palau de Son Moix que quedó en ruinas por un 'cap de fibló' en 2007. Por tanto, tuvieron que trasladarse a Son Hugo sin poder ejercitarse en plenas condiciones. "Cuando estaba cerrado Son Moix teníamos lo mínimo e íbamos poco a poco, pero aún seguíamos entrenando duro y al final lo hemos logrado", explica Matthew, de dieciocho años de edad. Adrián, prosigue: "Estábamos en Son Hugo en la piscina cubierta con solo el trampolín de un metro, no había salto de tres metros. En verano sí que practicábamos los tres metros en la piscina descubierta porque había todos los trampolines, pero en invierno obviamente no podíamos".

Matthew Wade, que empezó por la insistencia de su madre tras ser saltadora semiprofesional en Sudáfrica, y Adrián Abadía, que dejó la natación porque su monitora le recomendó empezar salto de trampolín, ven en Donald Miranda, su técnico, "un milagro" por todo un camino lleno de obstáculos y la gran ayuda del entrenador italiano, también exsaltador profesional, que aterrizó en Mallorca en 2005 para hacerse cargo del Centro de Tecnificación en saltos de trampolín. "Donald ha sido como un padre para nosotros, siempre está ahí, siempre está para ayudar", declara Matthew. "Llevamos desde el principio trabajando con él, y nos entiende muy bien", reitera Adrián, que destaca también la ayuda de su psicólogo en la faceta de la "concentración".