Partamos de la base de mi debilidad por los porteros. Siempre les he admirado especialmente. Y quizá por ello me fijo con mucha atención. Dicho esto, este Mundial de Rusia-2018 me ha parecido el Mundial de los porteros, para los bueno, que ha sido mucho, y también para lo malo, que lo ha habido.
Mejores. Empecemos por los buenos. Si algo he detectado en este Mundial ha sido la especialización en los penaltis, porque al margen de las buenas actuaciones de muchos guardametas en lances de los partidos, algunos me han parecido acertadísimos en las tandas de penaltis para los desempates. Entre los mejores porteros de este mundial me ha sorprendido especialmente el coreano Jo Hyeon-Woo; el inglés Pickford que supone todo un descubrimiento en una Inglaterra con problemas casi siempre entre los palos; el mexicano Ochoa que en las grandes citas siempre cumple de manera espectacular; el francés Lloris, muy serio; el danés Schmeichel (de tal palo tal astilla) y para mí los tres mejores: el belga Courtois, siempre en el máximo nivel y dos que han destacado no solo por sus actuaciones durante los partidos sino especialmente parando penaltis: el croata Subasic y el ruso Akinfeev que pararon cuatro penaltis cada uno.
De Gea. En la otra cara de la moneda, también ha habido porteros que han marcado su sino y el de su selección en el campeonato. El portero español De Gea generó una desconfianza absoluta a su equipo desde el primer día y fue la primera sorpresa negativa de España en este Mundial. Mezcló desconfianza con pifia.
Errores. En su misma línea cayó el argentino Willy Caballero cuya pifia no tuvo la continuidad de De Gea y fue enviado al banquillo de los suplentes. Y el tercero del pódium de los torpes fue el uruguayo Muslera, que sin tanta continuidad sí fue protagonista de un error terrible que acabó con Uruguay. Ya sabemos que el puesto de portero es muy delicado, tanto que te puede encumbrar como te puede hundir. En la profesionalidad de cada uno está el llevar ambas cosas de la mejor manera.
