Fue un partido infernal, que se hizo eterno hasta para el más forofo de los aficionados al tenis. Parecía que no iba a acabar nunca, pero tras seis horas y 36 minutos de pelea, el sudafricano Kevin Anderson se clasificó para la gran final de mañana al derrotar al norteamericano Kevin Anderson por 7/6(6), 6/7(5), 6/7(9), 6/4 y 26-24.

El duelo se redujo a lo que ocurrió en el último set. A medida que pasaban los minutos, Isner mostraba mayor cansancio, pero era Anderson el que vio una luz al final del túnel al ponerse hasta en cuatro ocasiones con 0-30 y otra con pelota de break, pero el norteamericano siempre acababa saliendo con vida de la trampa que le había preparado su rival. Y todo gracias a su servicio, que en hierba vale por dos, o por tres, en partidos tan ajustados y donde todo se decide por pequeños detalles. Pero la suerte no le iba a sonreir siempre. Agotado, perdió su servicio para dejar el set en 25-24 y saque para su rival, que esta vez no desaprovechó la ocasión. Anderson jugará su segunda final de un grande tras el US Open 2017.