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Mundialadas

Un Mundial tritura entrenadores

Un Mundial tritura entrenadores

En cada Mundial, la trituradora de entrenadores es una de las principales protagonistas. Toda federación cree que va a ganar el Mundial, y el Mundial solo lo gana uno; otro ha llegado con el ganador hasta la final y cuatro completan las semifinales.

En muy pocos casos, cuarto finalistas y octavo finalistas están contentos con esa condición porque no se esperaban superar la fase de grupos y los hay que incluso celebran caer con honor en la primera fase. En este Mundial de Rusia 2018 son varios los entrenadores que se la han pegado estrepitosamente. El primero fue antes de empezar, el español Lopetegui cuyo anuncio por parte del Real Madrid como nuevo entrenador blanco hizo que el presidente de la Federación española le mandara a casa. Entró en su puesto Hierro y el Mundial se lo llevó por delante.

El caso de Sampaoli con Argentina ha sido esperpéntico. Su lista de convocados y su dirección de equipo, teniendo jugadores como Messi, lo tienen en la picota aunque ni él ni la AFA se han pronunciado. En Alemania hay quien cree que el ciclo de Löw se ha acabado aunque parece que continuará pese al batacazo histórico de los germanos.

En Egipto han tardado casi treinta años en volver a un Mundial y despiden a Cúper, ¿qué se creían que podía hacer? Salah con problemas no era suficiente. En Brasil ya se sabe. Hasta aquí Tite era un dios, pero desde la eliminación ya se cuestionan muchas de sus decisiones al frente de los brasileños. En Costa Rica no seguirá Óscar Rodríguez; en Japón, con un buen Mundial, Akira Nishino ya anunció que no seguiría; y en Arabia Saudí también ha acabado Juan Antonio Pizzi.

Por el contrario, este Mundial habrá encumbrado a técnicos como el inglés Southgate, el español Roberto Martínez con Bélgica, el sempiterno uruguayo Tabarez, el croata Dalic o el ruso Cherchesov, sin olvidarnos de Deschamps, el argentino Peckerman con Colombia o el sueco Andersson. Otros, ganando o perdiendo, mejor o peor, habrán pasado sin pena ni gloria.

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