Pocos imaginaban hace tan solo dos semanas que Jorge Lorenzo daría un giro tan radical a su etapa en Ducati consiguiendo la victoria en el pasado Gran Premio de Italia y la pole ayer, en el Circuit de Catalunya.

El mallorquín, que no conseguía ser el primero en unos entrenamientos de calificación desde el Gran Premio de Valencia de 2016, demostró ayer con su pole número 66 que sigue atesorando quilates de talento y que la larga travesía por el desierto ducatista de este último año y medio ha tocado a su fin.

Lorenzo, que estuvo entre los primeros en las distintas tandas de calificación del día, desde primera hora de la mañana, encaró la definitiva con optimismo pero también con problemas. Tras la primera vuelta lanzada, en la que consiguió ponerse en tercera posición de los entrenamientos, Lorenzo volvió a su box con problemas y gritando acaloradamente. El problema no fue otro que un neumático defectuoso que, tal y como indicó el propio piloto, "era defectuoso. Era como si no hubiera calentado lo suficiente y si hubiera sido agresivo como en la segunda vuelta me habría caído".

En la segunda y definitiva tanda de calificación la pole era cosa de tres: Márquez, Dovizioso y Lorenzo. En el último suspiro el mallorquín batió el tiempo del catalán, desterrando al italiano al último lugar de la primera línea de salida.

Como si de la Yamaha con la que ganó tres mundiales se tratara, Lorenzo ha conseguido dominar la indomable bestia de Ducati, y en el 'paddock' ya se le ve como firme candidato a ganar hoy en el Circuit.

Jorge Lorenzo, que siempre ha estado en primera fila de parrilla en Montmeló en los últimos 14 años -salvo en 2008, cuando no corrió por lesión-, comentó al terminar que "la pole siempre sabe bien, aunque no tanto como la victoria".