Sólo Nadal es capaz de completar una temporada de tierra prácticamente inmaculada después de pasarse el último medio año entre lesión y lesión. Las lágrimas que derramó el campeón de Manacor con la undécima copa de los Mosqueteros en sus manos fueron provocadas por los malos momentos que ha pasado hasta llegar hasta aquí. En el lejano noviembre cuando se tuvo que retirar de París Bercy y poco después de la Copa de Maestros tras debutar ante el belga David Goffin por una lesión de rodilla. Después llegaría la psoas ilíaca en los cuartos de final del Abierto de Australia ante el croata Cilic, que se reproduciría antes de debutar en el torneo de Acapulco. La consecuencia fue que causó baja en los primeros Masters 1.000 del año, Indian Wells y Miami.

No reapareció hasta el mes de abril con la disputa de los cuartos de final de la Copa Davis ante Alemania en Valencia, consiguiendo sus dos puntos individuales. Fue el aterrizaje perfecto para iniciar la temporada de tierra, que ha saldado de forma sobresaliente, con cuatro títulos: Montecarlo, Barcelona, Roma y Roland Garros. En el camino se ha dejado el torneo de Madrid, donde cayó ante su víctima del domingo en París, Dominic Thiem.

Durante estos dos meses sobre su superficie favorita ha alcanzado unos registros que parecían inimaginables. Pero tratándose de Nadal todo es posible. De la gira de tierra, que comenzó el pasado mes de abril con la disputa del Masters 1.000 de Montercarlo, el tenista de Manacor sale claramente reforzado y habiendo salvado la temporada, pase lo que pase. En primer lugar ha conservado el número uno una semana más, y ya van 177, aunque puede perderla si Federer alcanza la final del torneo de Stuttgart. En cualquier caso, hace tiempo que ha dejado de estar en su lista de prioridades. Lo que le preocupa es sumar títulos. Con su triunfo en París, ha logrado su decimoséptimo título de Grand Slam y se coloca a tres del tenista suizo, con quien se ha repartido los seis últimos grandes disputados.

El pasado 4 de junio, ante el alemán Maximilian Marterer, alcanzó la victoria 900 de su carrera, y en el torneo de Madrid, ante el argentino Diego Schwartzman, logró encadenar 50 sets, batiendo el récord de 49 que tenía McEnroe en moqueta desde 1984. La racha se rompió al día siguiente, cuando cayó ante Thiem, en su única derrota en la gira de tierra.

Nadal, que ya suma 79 títulos en su carrera deportiva, 57 en arcilla, contabiliza 86 victorias por solo dos derrotas en París en sus catorce participaciones en el grande de tierra, y sobre arcilla ha alcanzado 415 triunfos sobre polvo de ladrillo. Unos números de leyenda que amenaza con que no se queden aquí. Como dijo Nadal tras ganar a Thiem, "nadie conoce sus límites". Y tiene pinta de que está lejos de haber tocado techo.