Entre la maraña de pistas que componen las instalaciones de Roland Garros, protegido por diez guardias de seguridad, aparece, impertérrito, entre cientos de personas con los móviles al aire, Rafel Nadal, que acaba de entrenar en la pista 4; en la 3, y a la misma hora pero con mucha menos expectación, Dominic Thiem, el hombre que parece tener la fórmula para derrotar al gran campeón. El mallorquín y el austriaco son los protagonistas de la gran final del grande de tierra que se disputa el domingo (15 horas, Eurosport y Dmax). El mejor partido de tenis que, hoy por hoy, se puede ver sobre tierra batida. Entre el mejor de la historia sobre esta superficie -56 de sus 78 títulos son sobre polvo de ladrillo- y el sucesor, el llamado a dominar, con permiso de Nadal, los próximos años sobre arcilla.

Ambos llegan a la final confiados, en gran forma y teniendo muy claro lo que tienen que hacer para levantar el título, por undécima vez Nadal, y por primera Thiem. El mallorquín, de 32 años, que ha pasado 15 horas y 24 minutos en pista para llegar a la cita decisiva, solo se ha dejado un set en su camino, el primero ante el argentino Diego Schwartzman en cuartos de final. Estuvo al límite de perder alguno más como ante Bolelli en primera ronda y contra Del Potro en semifinales, pero su capacidad para no rendirse nunca lo impidió. El austriaco, de 24, ha estado menos tiempo en pista, 13 horas y 36 minutos, pero ha cedido tres sets, contra el griego Tsitsipas, contra el italiano Barrettini y ante el japonés Nishikori.

El balance entre ambos jugadores es favorable a Nadal por 6-3, siempre en tierra. Hay pocos tenistas que puedan presumir de haber ganado al mallorquín en tres ocasiones sobre su superficie favorita, un dato que cobra relevancia si se tiene en cuenta que Nadal solo ha perdido 36 partidos de 450 disputados en su carrera en tierra.

La incógnita radica en qué Nadal y qué Thiem se verá. Si el Nadal arrollador de Montecarlo, endosando a su rival un 6/0, 6/2, o el Thiem que sabe cómo jugarle a su insigne rival, como el de Madrid el pasado mes de mayo. Sin embargo, hay un dato que juega a favor del campeón de dieciséis grandes: solo ha perdido dos partidos en la tierra parisina de 87 disputados. Y otra estadística demoledora que juega a favor del manacorí: solo en dos ocasiones ha ido a un partido a cinco sets, ante el norteamericano John Isner en la primera ronda de 2011, y contra Djokovic, en las semifinales de 2013.

Thiem dice tener un plan. Tendrá que ponerlo en práctica a la perfección si quiere destronar al rey de la tierra. Sus tres victorias sobre Nadal -Buenos Aires 2016, Roma 2017 y Madrid este año- han sido al mejor de tres sets. La historia cambia en París, donde solo Soderling y Djokovic han conseguido ganarle. El austriaco, aficionado a los saltos de esquí, afronta un reto mayúsculo en su primera final grande. Sabe que se ha consolidado como la alternativa más sólida a Nadal sobre tierra. Pero no lo confirmará hasta que no le derrote en un partido a cinco sets. Para ello, basará su juego en su violenta derecha, jugar agresivo y en buscar constantemente la línea de fondo. Así todo el tiempo, durante tres o cuatro horas, o las que hagan falta. El problema es que jugar así ante el mejor jugador de la historia sobre tierra, al mejor de cinco sets, es una tarea de titanes que requiere una mentalidad privilegiada que, de momento, no tiene Thiem.

Nadal, fuerte en todos los aspectos, pero sobre todo en el mental, debe jugar con la fragilidad de su rival en este aspecto. Debe conseguir que el partido sea largo para minar la moral de Thiem, que, piensan en su equipo, acabará fallando antes o después. Acomódense en sus asientos y prepárense para disfrutar del mejor partido de tenis sobre tierra que se puede ver hoy en día. Entre el mejor jugador de la historia sobre arcilla y el llamado a sucederle algún día.