Con casi dos horas de retraso sobre el horario previsto, Carlos MoyáCarlos Moyá ha atendido a la prensa escrita española desplazada a Roland Garros. El entrenador de Rafel Nadal no era muy partidario de hablar, y menos instantes después del duro entrenamiento que ha protagonizado con su pupilo en la pista 4 bajo un sol de justicia. Pero, atendiendo a razones, a las tres y media atendía a un enjambre de periodistas en el restaurante de jugadores.

Se le nota tranquilo al campeón de Roland Garros hace veinte años, no se sabe si porque es su forma de ser o porque ve la final de mañana decantada para Rafel. "Llegamos en un buen momento a la final. Rafel solo ha perdido un set en todo el campeonato y es un buen síntoma de que se han hecho las cosas bien. Está claro que firmábamos llegar como lo hemos hecho, y relativamente descansado porque los partidos hasta llegar aquí no han sido excesivamente largos", ha explicado, como primeras sensaciones de cara a la final.

Ha restado importancia al hecho de que Nadal haya perdido el último enfrentamiento con Dominic Thiem, en los cuartos de final del Masters 1.000 de Madrid. "Está claro que nos hubiera gustado ganar el último partido contra él antes del de mañana, pero esto ya no lo podemos cambiar. Es un torneo diferente, una ciudad diferente, nosotros tenemos un plan para jugarle y él tiene el suyo", ha comentado.

Moyá, que antes de empezar a hablar ha pedido si todos los presentes eran periodistas, en una broma al ´infiltrado´ Juan Carlos Ferrero, presente en la cita, ha definido a Thiem como "un jugador muy agresivo, muy físico. Preveo una batalla dura entre dos jugadores que lo van a dar todo. Pero cuando a Nadal se le ha exigido al máximo siempre ha respondido", ha añadido. Respecto al plan que tiene previsto Thiem -el austriaco dijo que tenía uno después de ganar a Marco Cecchinato en semifinales-, Moyá lo desconoce, pero lo intuye: "Me imagino que intentará jugar agresivo y sacar lo más ajustado a la línea de fondo para meter presión a Rafel". ¿Y el plan de Rafel? Ante Del Potro fue jugarle a su revés. Frente a Thiem, "mantenerle lejos de la línea, es un jugador que arriesga mucho y hay que moverle. Puedes arriesgar y que las cosas te salgan bien, pero en un partido a cinco sets llega un momento en que si arriesgas mucho acabas fallando", ha añadido un Moyá distendido y, por fuera, nada nervioso ante su primera final grande como entrenador de Nadal.

Moyá valora el crecimiento experimentado por el austriaco. "Se presenta en la final llegando a las semifinales en los dos últimos años. Es un jugador que va evolucionando y el único que ha ganado a Nadal en tierra últimamente. Por lo tanto, está claro que es un jugador muy peligroso". El técnico mallorquín teme más la fortaleza física que la mental de su rival de mañana: "Físicamente es muy fuerte, mentalmente tiene altibajos y habrá que intentar aprovecharlos. La historia dice que Nadal no falla a cinco sets", ha destacado.

El tiempo que pueda hacer mañana le preocupa poco, pese a que se prevean lluvias. "Quiero olvidarme de este tema. Mejor que la bola ruede rápido, pero no tiene porqué beneficiarnos. Nadal perdió el primer set con Schwartzman cuando lucía el sol. Es verdad que da su mejor versión cuando hace sol, pero no siempre es así", ha subrayado.

Se cumplen estos días veinte años de la victoria de Moyá en Roland Garros. Pero esto no supone nada especial para él. "Me da igual si hace 19 como 55 años que gané aquí. Siempre es un buen momento para ganar aquí. Nunca hubiera imaginado que el futuro me depararía ser el entrenador de Nadal y aspirar a su undécimo título", ha dicho.

Por último, Moyá se ha referido a las palabras de Nadal tras derrotar a Del Potro y al hecho de que parece que alcanzar un nueva final en París sea lo lógico. "Es increíble lo que está haciendo. He vivido dos años con él y con el equipo. Son veinte días de competición aquí y todo el mundo parece tener claro que jugará la final; nosotros no. Porque esto es tenis, esto es deporte y puede pasar cualquier cosa. Rafel es un animal competitivo", ha concluido, admirado de su pupilo.