Jorge Lorenzo, de 31 años, quinto máximo vencedor del Mundial de motociclismo, poseedor de cinco títulos mundiales, primer tricampeón español de MotoGP, se despachó a gusto el domingo tras su espectacular victoria, de principio a fin, de la primera a la última vuelta, ante 90.310 aficionados que pedían, sí, la victoria de Valentino Rossi (Yamaha), que no llega desde Holanda-2017 o, en el peor de los casos, la de otra Ducati, la de Andrea Dovizioso.

Y, sin embargo, la exhibición de Lorenzo fue tan bestia, tanto, que aunque el 'Doctor' y 'Dovi' salieron a saludar, cantar, hablar y agradecer a los miles de tifosi que llenaron la recta de Mugello al término de la ceremonia de entrega de premios, lo cierto es que dentro, en la sala de prensa, estaba el auténtico protagonista del fin de semana, de la carrera, Jorge Lorenzo.

Y, no solo eso, Lorenzo se reivindicó el fin de semana que el jefe máximo de Ducati, Claudio Dominicali, lo había calificado, simplemente, de "gran piloto", expresión que indigno al tricampeón mallorquín, que replicó de inmediato con un "yo soy algo más que un gran piloto, yo soy un campeón, todo un tricampeón". Y ese tricampeón le dio este domingo con la puerta en las narices a Ducati, al anunciar que su idilio, su relación, se ha terminado. Aunque ahora se lo pidan, no renovará. El jueves decidió que se iba a Yamaha y se irá.

La trayectoria de Lorenzo desde que llegó a Ducati no ha sido nada sencilla. Su dura personalidad, su obsesión por la perfección o lo que muchos llaman 'su' obsesión, es decir, un sentido muy particular de entender las cosas y, sobre todo, explicar qué le ocurre y por qué le pasa, hizo que muchos dudasen, especialmente en los despachos de Ducati, más que en el box de la fábrica de Borgo Panigale, que se saldría con la suya.

Pese a que, en efecto, el ingeniero Gigi Dall'Igna, que compartió título mundial con el mallorquín en 250cc en tiempos de Aprilia y le pidió a Audi y Phillip Morris que financiasen la llegada del tricampeón a Ducati, hizo piña con él y pese a que los jefes del box, especialmente Davide Tardozzi, lo mimaron todo lo que pudieron, lo cierto es que la indiferencia de Andrea Dovizioso al comentar cómo y de qué manera estaba trabajando Lorenzo, cómo y de qué manera afrontaba la adaptación a la dura 'Desmosedici', incluso, en determinados momentos, su negativa a compartir sus conocimientos, hizo que el tricampeón se encerrase (aún más) en sí mismo y decidiese hacerlo solo, a su manera.

La venganza de Lorenzo

La perseverancia de este hombre que se ha hecho a sí mismo superando todo tipo de adversidades, dentro y fuera de los circuitos, dentro y fuera de la pista, en casa y en cualquier rincón del mundo donde ha vivido, le premió con la mayor venganza de todos los tiempos: ganar en Italia, en csa de Ducati, ante el hombre que dudó de él (Claudio Domenicali, jefe de Ducati), frente a un público (90.310 espectadores) que quería el triunfo de Valentino Rossi o Andrea Dovizioso, y de la manera que solo Lorenzo sabe hacerlo: liderando la carrera de la primera a la última vuelta.

Tres días después, de jueves a domingo, de decidir su futuro, de aceptar que su etapa en Ducati, ya muy superior a la de Valentino Rossi en 2011 y 2012, cuando solo consiguió, en 38 carreras, dos podios (un segundo y un tercero), se había terminado, aceptar su regreso a Yamaha, con una buena moto, y en un equipo 'satélite' pero poderoso, Lorenzo protagonizó una de las mejores carreras de su vida (bueno, ha hecho muchas como esa, sí) y, manteniendo a sus espaldas una auténtica jauría de campeones (Valentino Rossi, Marc Márquez, Andrea Dovizioso, Maverick Viñales, Johann Zarco...), convirtió Mugello en el mejor escenario posible para la mayor gesta en tiempo. Y, sí, acabó reconociendo, como no podía ser de otra manera, que era "el día más feliz de mi vida".

Cuando se le pregunta qué le permitió ganar tras más de un año de lucha con esa Ducati, Lorenzo lo dijo muy claro: "Mi fuerza de voluntad. Mi amor propio. Mi determinación. El duro trabajo con Ivan, Quique, Albert, Claudio, Artur, todos los que trabajan a diario conmigo y creen en mí". Lorenzo señaló que, cuando en Jerez le dieron algo que suavizó el motor de su Ducati, vio que estaba, ya sí, en el buen camino y "cuando probé el nuevo depósito, ese nuevo soporte, supe que estaba listo para ganar, porque tenía más apoyo en las frenadas, no me cansaba tanto, ahorraba energías y, además, mi pilotaje salía fluido, entraba suave en las curvas y las trazaba sin sobresaltos".

Razones para ser feliz

Lorenzo se sentía ayer el hombre más feliz del mundo. "Tengo razones para serlo ¡claro que sí! Ya dije el sábado que ganar en Mugello, la casa de Ducati, sería un sueño para todos y lo hemos podido cumplir juntos. Y, encima, doblete con 'Dovi' en la segunda posición".

El mallorquín reconoció sin tapujos que, cuando estaba en parrilla, no las tenía todas consigo. "Tenía mis dudas. No por mí, ni por mi preparación física, ni por mi pilotaje o ritmo, sino porque aquí los neumáticos, especialmente el delantero, se consumen de forma tremenda y, encima, de forma irregular, más en el flanco derecho, que enseguida te daba cierto miedo".

Cuando le preguntas si con esta victoria ha tapado muchas bocas, que no solo lo daban fuera de Ducati sino casi jubilado, el vencedor de Mugello, donde ha triunfado ya siete veces, dice: "Tapar bocas está bien, sí, está bien, no me gusta, pero, a veces, no va mal. Pero ganar un año después es estupendo. Lo que a uno le llena es demostrar optimismo otra vez. Y, sobre todo, demostrarte a ti mismo tu poder de convicción, de terminación, de esperanza funciona. Especialmente, no venirte abajo confiar en tu potencial, en tus cualidades, cuando no salen los resultados".

Lorenzo insistió en que es muy tozudo, muy cabezota. "Hace quince años, ni siquiera mi padre creía que podría ganar con la Derbi. Yo le dije 'papá, voy a ganar y tú lo verás'. Y gané. Y, ahora, 15 años después, he hecho lo mismo con la Ducati, cuando mucha gente decía que era demasiado fino para llevar esta moto y que no era una moto para mí. Pero, sí, mi método ha vuelto a funcionar contra viento y marea. Solo necesitaba que Ducati me echara una mano con algunas cosas que le pedí para ahorrar energías y pilotar como quería".

Unas mejoras que llegan tarde

El mallorquín reconoce que es duro perseverar cuando las cosas no salen como tú quieres e intentas. "Es imposible no tener dudas cuando las cosas no salen como tú quieres. Somos humanos, no somos robots. Pero yo me considero una persona fuerte mentalmente, siempre trato de pensar en positivo y, sobre todo, he seguido ligado a mis convicciones y no me he dejado influir por lo que dicen los demás".

Lástima que la mejora del motor y el nuevo depósito no hubiesen llegado antes. "Si hubiesen llegado antes estas mejoras, quizás hubiera ganado antes o hubiese hecho más podio. Pero, bueno, el pasado no podemos cambiarlo. No llegaron y mi decisión ya está tomada. Insisto, si los ingenieros me hubieran escuchado antes, la historia hubiese podido cambiar. Pero, ahora, me es imposible hablar de que me planteo seguir en Ducati, no".

¿Suena a despedida, a final del matrimonio Ducati-Lorenzo?, le pregunté. "No sé si suena a despedida, pero mi futuro ya está decidido. Lo dije el jueves y esta victoria, una de las más fantásticas de mi carrera deportiva, no va a cambiar esos planes. Es una cuestión de amor propio. Ya está. Mi relación con Ducati se acabará este año. Como dije antes, una parte de mi está hoy muy triste porque yo sigo convencido de que con esta moto hubiese podido ganar un título para Ducati. Vine para eso. Invirtieron en mí, cambiaron algunas cosas, no todas porque hasta ahora no creyeron del todo en mí, pero ahora ya es demasiado tarde. No hay nada que hacer, no".

Y, entonces, a modo de despedida de Mugello, a modo de demostración de algo que Ducati y sus jefes no parecieron tener en cuenta, recitó, de memoria, casi todos sus logros, reparando en uno tremendo, vital, monstruoso: "Estar ocho años en MotoGP, acabar todos esos Mundiales primero y/o segundo, no era casualidad. Lo conseguía porque era algo más que un gran piloto, era un campeón y solo necesitaba tener esas piezas. Cuando me las han traído, he ganado. Pero insisto, me tengo que ir, esto se ha terminado. Intentaré ganar cuantas carreras pueda hasta final de temporada y listos".