Rafel Nadal aspira al pleno al tres. Al tercer título consecutivo en tierra tras sus aplastantes triunfos en Montecarlo y el Conde de Godó. Tradicionalmente el Masters 1.000 de Madrid es el torneo que peor se le da sobre arcilla, por decirlo de alguna manera, porque de cualquier otro jugador que se dijera que posee cinco títulos en un mismo torneo se hablaría de torneo fetiche.

Nadal irrumpe en Madrid como vigente campeón y dominador del palmarés (2005, 2010, 2013, 2014 y 2017). Federer, ausente en la temporada de tierra, suma tres (2006, 2009, 2012): Djokovic (2011, 2016) y Murray (2008, 2015), dos cada uno. Entre los cuatro encadenan diez trofeos seguidos.

A diferencia de lo que pasó en Montecarlo y Barcelona, donde apenas encontró rivales de entidad en su camino -solo el eslovaco Klizan le puso en apuros en el segundo set en cuartos y el belga Goffin en el primero en semifinales en el Godó-, la presencia del argentino Juan Martín del Potro, con el que se podría cruzar en semifinales, se presenta como el principal escollo a sumar lo que sería su sexto título en Madrid y el 78 de su carrera. El tenista de Tandil vuelve a Madrid, tras dos años ausente, en un gran momento, y se presenta como un claro aspirante al título. Sus números esta temporada lo acreditan. Ha llegado a sumar quince triunfos de forma consecutiva para conquistar Acapulco, Indian Wells -donde batió a Federer en la final- y alcanzar las semifinales en Miami.

Pero para encontrarse con Del Potro Nadal tendrá que superar primero a otros rivales de entidad. Su primer contricante se conocerá hoy, que saldrá del vencedor del duelo entre el francés Gael Monfils y el jugador de la previa, el georgiano Basilashvili. Si supera la primera ronda, por la lógica del ranking, se enfrentaría en octavos con el argentino Diego Schwartzman, en cuartos con Thiem, en semifinales al ya mencionado Del Potro y en la final al alemán Alexander Zverev, segundo cabeza de serie, al que ya superó en la eliminatoria de cuartos de final de Copa Davis celebrada el mes pasado en Valencia. Rivales todos ellos de consideración, pero que, en cualquier caso, a priori son inferiores a Nadal en superficie de polvo de ladrillo. No en vano, suma diecinueve victorias consecutivas en tierra y 46 sets consecutivos.

El objetivo de Nadal en este torneo madrileño, donde dice sentirse siempre como en casa, es múltiple. En primer lugar, sumar su trigésimo segundo torneo de Grand Slam, con lo que se distanciaría en dos de Djokovic; si gana, conservaría una semana más el liderato en el ránking mundial y prácticamente se aseguraría llegar a Roland Garros como número uno ya que en Roma, la cita previa del grande de tierra, defiende cuartos de final, cuando cayó ante Thiem en lo que de momento es su última derrota en arcilla. Pero, sobre todo, el gran objetivo es llegar en plena forma a su gran cita de la temporada, Roland Garros, donde aspira a su undécimo título, que sería el decimoséptimo Grand Slam de su carrera.

La presencia de tenistas de primer nivel superan a las ausencias, encabezadas por Federer, Murray, que busca su mejor puesta a punto, Wawrinka, Tsonga o Kyrgios. Hoy lunes empieza con un plato fuerte, como es el enfrentamiento entre Djokovic y el japonés Kei Nishikori, finalista en Montecarlo. Hace poco, esta podría haber sido perfectamente la final de un Masters 1.000, incluso de un grande. Pero el serbio hace tiempo que no pasa por su mejor momento. Su temporada está siendo nefasta. Tras regresar con su entrenador de toda la vida, Marian Vajda, y recién salido de la lesión en el codo, ha sido eliminado a las primeras de cambio en la mayoría de los torneos, el último en Barcelona.