Otro gallo le hubiera cantado al Atlético Baleares si Manix Mandiola hubiera cogido las riendas del equipo mucho antes. O al menos eso dicen las estadísticas, que nunca mienten, en la trayectoria del entrenador vasco al frente del banquillo de Son Malferit, sobre todo si se comparan con las de sus antecesores, Armando de la Morena y Horacio Melgarejo.

La fabulosa reacción de los blanquiazules en los últimos cinco encuentros, en los que han sumado once puntos de quince posibles, invitan a soñar con la salvación a una afición que hace un mes y medio empezaba a resignarse con el descenso a Tercera División. La salvación sigue siendo complicada, pero no es imposible, ni mucho menos. Ahora solo está a tres puntos, cuando llegó a estar a ocho, y la promoción solo está a un punto, con cinco jornadas por delante. Mandiola le ha cambiado la cara a un grupo diseñado en verano para luchar por repetir clasificación para el play-off de ascenso a Segunda y que ha rendido muy por debajo de las expectativas.

Hasta que el eibarrés, con un discurso práctico, cercano y lejos de la autocomplacencia, ha conseguido enchufar a los futbolistas y animar a una hinchada que siente que tiene una segunda oportunidad. Porque su Baleares ha conseguido por primera vez en todo el curso ser fiable en defensa. El meta Aulestia no ha encajado en los últimos cinco encuentros y ya no se producen los errores groseros en defensa, tan habituales con De la Morena y Melgarejo, que costaron muchos puntos. Con Mandiola la presión al rival es mucho más alta, algo que facilita la labor de los zagueros, que se están mostrando más ordenados y contundentes. A los mallorquines les crean menos ocasiones de gol ya que, de hecho, en las nueve jornadas con Manix apenas han recibido cinco dianas, tres de ellas ante el Badalona (3-0), sin duda el peor partido de los últimos meses. Sin ir más lejos, con Melgarejo, el Atlético Baleares recibió la friolera de doce tantos en una jornada menos que el vasco -ocho-, mientras que con De la Morena la media de goles encajados era de uno por partido -dieciséis en el mismo número de duelos-.

Sin embargo, para ganar hay que marcar y, aunque con Mandiola sigue habiendo falta de puntería, uno de los grandes problemas de la temporada, está logrando que cada uno de los que marca aporten puntos en el casillero. Solo ha marcado seis, pero han sido suficientes para sumar los trece puntos de veintisiete posibles que llevan con Manix al frente, o lo que es lo mismo, casi la mitad de los que había en juego. Con De la Morena el Baleares tenía más pegada, pero es que en la plantilla también estaba Gerard Oliva -cinco tantos-, un delantero al que se dejó marchar en enero en una decisión difícil de entender.

El regreso de Xisco Hernández, que será baja ante el Ontinyent, también ha jugado a favor de Mandiola. El canterano del Mallorca, tras cuatro meses de lesión, ha regresado para elevar el nivel del equipo. Y el técnico le ha concedido todos los galones. Ya envió un balón teledirigido a la cabeza de Allés en el tanto del triunfo ante el Hércules y asumió la responsabilidad de lanzar el penalti que dio la victoria ante el Atlético Saguntino. Pero los Canario, Kike López y compañía también han elevado su nivel y han alimentado las esperanzas de salvación de un Atlético Baleares que tiene otra pinta con Mandiola. Está por ver si será suficiente para conquistar la permanencia.