El pasado verano la directiva del Atlético Baleares juró y perjuró que el equipo lucharía al final de la temporada por un puesto para disputar la promoción de ascenso a Segunda División. A día de hoy, a buen seguro firmarían poder disputar la de descenso a Tercera.

A falta de siete jornadas para que finalice la competición el conjunto blanquiazul sobrevive gracias a los deméritos de los rivales que le acompañan en la parte baja de la tabla. Por sorprendente que parezca, el equipo balear se mantiene a cuatro puntos del puesto de promoción de descenso y a ocho de la permanencia directa (tras la victoria de ayer del Olot). El problema es que ya solo restan veintiuno en juego y, aunque las matemáticas aseguran que todo es posible, los méritos del equipo conducen a una única dirección, el descenso de categoría. En las últimas diez temporadas, solo un equipo, el Zaragoza B, fue capaz de labrar el milagro que a día de hoy necesita firmar el Baleares. En la temporada 2011-2012 el conjunto maño sumaba 29 puntos en la trigésimo primera jornada. El filial aragonés logró salvar la categoría con 44 puntos, disputando un play-out del que salió airoso. En las siete últimas jornadas lograron apuntarse cinco victorias, quince puntos con los que labraron el milagro de la permanencia, sin embargo lo del Zaragoza B es un caso aislado en la historia del Grupo III de la Segunda División B.

Al equipo que dirige Manix Mandiola le quedan cuatro enfrentamientos en Son Malferit y tres fuera de casa. El Cornellà es el rival más complicado al que deberán enfrentarse, cuarto clasificado, y todavía debe afrontar tres partidos ante rivales relativamente directos, Atlético Saguntino, Llagostera y Alcoyano.

El equipo que preside el alemán Ingo Volckmann está todavía a tiempo de salvar la temporada. La afición todavía cree, ahora lo importante es que el técnico vasco convenza a sus pupilos de que no todo está perdido.