El Mallorca pasó ayer una de las pruebas de fuego que le quedan de aquí a final de temporada en el tramo decisivo de la Liga regular, esos últimos diez partidos en los que el añorado Luis Aragonés decía se decide todo. El Mallorca salió ayer vivo de la ciudad deportiva del Villarreal e igualó el marcador ante un rival que ha vuelto a ser capaz de poner en apuros a los rojillos, como ya ocurriera en el partido de ida. Vicente Moreno sacó al campo a lo mejor que tiene en la sala de creación de juego, con Salva Sevilla y Faurlín, pero ni así pudo dominar el encuentro.
Al final, el Mallorca regresa a Son Moix con un empate que vale dos puntos, el sumado ayer y el del golaveraje directo que hace que los ocho puntos de ventaja que tiene ante los castellonenses sean uno más. Además, los barralets acaban con su peor racha de la temporada, tras dos derrotas consecutivas y afrontan el próximo partido ante el Formentera con la moral de alguien que tiene el campeonato del grupo a la vista, aunque no hay que relajarse porque ni las sensaciones que su juego transmite son las mejores, ni hay que desdeñar lo que van a hacer los rivales, que también van a echar el resto de aquí a final de temporada para conseguir la mejor posición posible en el play off de ascenso a Segunda, que es el objetivo final.
La interminable historia del Lluís Sitjar
Al margen de la situación deportiva, llama la atención que una de las asignaturas pendientes que le quedan al Real Mallorca, resolver de una vez qué pasa con lo que fueron los vestigios del Lluís Sitjar, siga sin cerrarse, lo que sin duda enrarece las relaciones entre el club decano y el ayuntamiento de Palma.
Del estadio apenas queda ya un solar, pero la propiedad del mismo, quién ha de pagar y cómo el derribo o la forma en que los terrenos se reintegran a la ciudad en esa mil veces pregonada cuña verde siguen sin estar a la vista. Al acuerdo final deben sumarse los copropietarios de Lluís Sitjar, que esta semana han recibido una oferta por sus títulos de propiedad que deberían considerar, porque difícilmente Cort irá más allá.
Una Victoria para la esperanza
Dice el refrán que mientras hay vida hay esperanza y a ello debe aferrarse el Atlético Baleares que consiguió ayer por fin una victoria. Han tenido que pasar ocho partidos para que los blanquiazules pudieran sumar tres puntos y lo hicieran además en Son Malferit, donde solo han ganado dos veces en lo que va de Liga, algo que explica claramente porqué están en la situación clasificatoria agónica presente.
Los de Mandiola siguen a un mundo de distancia de la salvación, cinco puntos, seis si quieren igualar al equipo que está ahora fuera del ´play out´, pero al menos han roto una dinámica. No hay demasiadas razones para el optimismo, porque hay que pensar que la victoria de ayer, fraguada tras dos cabezazos, se produjo ante el colista de la categoría, ya descendido a falta de la consumación matemática. El Aragón ha sido superado tanto en Palma como en Zaragoza y no puede ser la vara que sirva para medir la recuperación de los blanquiazules, a los que espera en final de campeonato de infarto para no caer al pozo de la Tercera División.
Lo mejor que puede hacer el Atlético Baleares es ir partido a partido. La próxima cita es en Peralada, un equipo que empezó con dudas pero que ha revivido en la clasificación tras una racha excelente de resultados. El propietario Ingo Volckmann ha garantizado esta semana su continuidad y su apoyo al proyecto blanquiazul más allá de que el equipo continúe o no en la categoría, lo que es un hecho positivo para la tranquilidad del entorno. Habría sido una lástima que, cuando el club de la Vía de Cintura se dispone a estrenar estadio, que a la crisis institucional se le sume la deportiva, que parece difícil de evitar.
