Fue el del lunes ante David Goffin el último partido del año de Rafel Nadal y el último de su tío Toni como entrenador. Seguro que hubiera deseado una mejor despedidahubiera deseado una mejor despedida, pero hubiese firmado la temporada de su adiós como la que ha protagonizado su sobrino, con seis títulos en el bolsillo, entre ellos Roland Garros y el US Open.

Desde que a principios de año desvelara que 2017 iba a ser su último curso como entrenador, cada presencia suya se ha mirado con lupa, en busca de un comentario o de un gesto de complicidad con su sobrino y pupilo. Se va igual que llegó, sin hacer ruido y con ganas de alejarse de los focos en su condición de entrenador de una de las leyendas vivas del deporte. Toni Nadal (Manacor, 1961) ha decidido dejarlo porque, dice, a sus 56 años está cansado de dar la vuelta al mundo. Y porque quiere dedicarse en cuerpo y alma a la Rafa Nadal Academy, su gran pasión, para volver a sus orígenes, trabajar con los más pequeños, desde la base.

El anuncio de su abandono le define como persona que actúa con una naturalidad llevada al límite.

No dio la noticia en una multitudinaria rueda de prensa, como cualquier entrenador de un mito del deporte probablemente hubiera elegido, sino en unas declaraciones a una web italiana que, inmediatamente, corrieron como la pólvora. "Esta es mi última temporada con Rafa. Hasta los 17 años lo decidía todo yo. Cada año que pasa decido menos, llegaremos al punto en el que ya no decida nada", fueron sus sorprendentes declaraciones el 11 de febrero, realizadas posiblemente sin ser consciente del revuelo que provocarían.

Él es el primero en quitarle trascendencia porque su adiós no significa que su pupilo quede huérfano. Queda en buenas manos. Las de Carlos Moyá y Francis Roig, que llevarán el tramo final de la carrera del campeón. Toni Nadal, que empezó las carreras de Derecho e Historia, explica en su libro 'Todo se puede entrenar' su método de trabajo, pero adelanta que su forma de trabajar no tiene ningún secreto y únicamente se guía por la lógica. "No soy dueño de grandes teorías ni ejecutor de muchas complicaciones", cuenta, y se define como "un entrenador anárquico, poco ortodoxo. Nunca he seguido los manuales clásicos", añade. Y el mejor resumen de los valores que ha intentando transmitir a su sobrino se remite a una sentencia de la Antigua Grecia: "Sin método, orden, voluntad, esfuerzo y sacrificio no son posibles ni el genio ni el triunfo".

El ya ex entrenador de Nadal asegura que no sentirá nostalgia. El "vamos Rafel" que tantas veces se ha escuchado en los puntos importantes de un partido, ya es historia. Toni Nadal ha elegido una nueva vida. Su legado queda ahí, el del entrenador de tenis con mejor palmarés de la historia, pero sobre todo, el de la persona que formó con una disciplina espartana al que hoy es considerado un deportista modelo. En su último partido, que seguro intuía al ver renqueante a su sobrino en la pista, no fue muy diferente al resto. Tranquilo, comentando la jugada con Moyá, el hombre que desde ahora coge el testigo.