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Moto3

Joan Mir: Y ahora, además, campeón

Ha dado lecciones de pilotaje sobre su Honda cada fin de semana para imponer su hegemonía en carrera y su campechanía fuera del asfalto

Una sonrisa pasea inexpugnable por el paddock del Mundial, recuerda y mucho a la de un campeón, recuerda y mucho a la de Marc Márquez, pero más allá de la mueca, si algo comparten Joan Mir (Palma, 1 de septiembre de 1997) y el 'nen de Cervera' es talento. En su tercer año en el campeonato (Mir debutó en Moto3 hace ahora dos temporadas en Australia), ambos levantaron el título de campeón del mundo en la categoría de bronce, Márquez lo hizo con diez triunfos, Mir acumula nueve a falta de dos carreras.

Cuestionado hace unos días el mallorquín en rueda de prensa sobre si ganaría a Márquez en una Moto3, Mir se sonrojó y muy cauteloso respondió "Marc es Marc". "Pues yo lo tengo claro", se apresuró a responder el pentacampeón del mundo: "Pondría dinero a Joan Mir". Ya lejos de la mirada de su ídolo, Joan se explayó: "Me flipa que la gente diga: 'Mir es el siguiente Márquez'. Me enorgullece un montón, de verdad".

Ambos cambiaron de cilindrada tras la consecución de su primer Mundial. El catalán fichó, allá por 2011, por Honda, con quien corrió dos temporadas y logró un subcampeonato y un Mundial; Mir anunció el pasado junio su promoción al equipo Estrella Galicia de la cilindrada de plata. Son solo los primeros pasos del mallorquín en este mundo, pero tanta coincidencia no es fruto de la casualidad.

Más allá del título cosechado en la madrugada del domingo y las consecuencias que ello conlleva para el piloto de Leopard Racing, Joan Mir ha vivido a lo largo de esta campaña una transformación, una transformación que le ha llevado de niño a adulto. Hace ahora dos años irrumpía en el Mundial de motociclismo, precisamente en el circuito de Phillip Island, para sustituir a Hiroki Ono por lesión. Fue solo durante un Gran Premio, que tan siquiera logró finalizar, pero fue su primera intromisión en este mundo.

Ahora, con un Mundial bajo el brazo, dista mucho de aquel jovencito educado y prudente que aterrizó en Australia. No es que haya perdido los modales ni la cautela, pero ha sido capaz, como ya hiciera Márquez en su día, de bañarlas de un descaro y una frescura necesarias para sobrevivir en esta jungla.

"A los pilotos de Moto3 no nos tienen muy en cuenta allí en el Mundial, opinamos y esas cosas, pero mucho caso tampoco es que nos hagan", relataba el palmesano en una rueda de prensa en Palma al inicio de esta temporada. "Ahora camino por el paddock y alguno hay que se gira y me saluda, pero tampoco nada exagerado", contaba en una segunda comparecencia. "¡No hombre! Con las chanclas no me fotografiéis que no estoy presentable", soltó en otra ocasión. Si algo es Mir, además de sonrisa y talento, es naturalidad. "¡Paella para todos si gano el campeonato!", llegó a anunciar ante la prensa mallorquina cuando aún quedaba media temporada por delante. Y en estos tiempos que corren, donde el periodista parece el mayor enemigo del deportista, se agradece tanta campechanía y espontaneidad.

Su novia, mallorquina y deportista como él, Natalia Ros, es quien muestra en las redes sociales la cara más íntima del piloto que, pese a su naturalidad, poco la da a conocer. Lleva el número 36 en la moto por su primo, Joan Perelló, quien le introdujo en el mundo del motociclismo allá por 2007. Mir se apuntó a la escuela de Chicho Lorenzo, padre de Jorge, tras presenciar un entrenamiento. Joan Perelló, que completó el Mundial de 125cc en 2011, se metió en este mundo por su hermana, Eva, que fue durante una época novia de Jorge y de todo este lío surge Joan Mir, que arrinconó los patines y monopatines que intentaron inculcarle sus padres, para subirse en la moto con 11 años, algo más tarde de lo normal en los campeones que corren hoy en día.

Odia los viajes largos y aprovecha cada descanso que le brinda la competición para regresar a la isla donde reside su pareja y su familia. Tiene un hermano de 11 años, Mauro, otro apasionado de las motos, y una hermana de 9, Fiona, y con solo 20 años, ya piensa en independizarse. Durante la temporada no se separa de sus hombres de confianza, Dani Vadillo, hermano del entrenador del Palma Futsal, y de su preparador físico, Tomás Comas. Le encanta el ciclismo y, aunque le profesa un gran respeto, es uno de los deportes que más practica para no desconectar de los entrenos. En verano aprovecha el buen tiempo para practicar jet ski, una peculiar disciplina sobre moto de agua que te obliga a conducir de pie y cuando tiene tiempo también acude al gimnasio.

Le encanta comer, todo lo que quiere, "tengo la suerte de no engordar," y su altura, 175 cm, le ha costado más de un disgusto esta última temporada; demasiado alto para una moto tan pequeña. Sonriente, talentoso, natural, esperemos que buen chef y ahora, además, campeón. ¡Vaya un cocktail!

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