Tendrían que ver su reloj digital. Y su cara. No sé que es lo más significativo. Bueno, las dos cosas. Su reloj dice mucho de él, aunque no se dé cuenta. Su rostro es, cómo no, el espejo de su alma limpia, serena, determinante, amable, divertida. Joan Mir (Palma, 1 de septiembre 1997) es una de las personas más maravillosas con la que uno puede tropezarse en el 'paddock' del Mundial de motociclismo.

Ahora, en Motegi (Japón), donde si el domingo acaba segundo será ¡ya! flamante campeón del mundo de Moto3, recién cumplidos los 20 y poseyendo ya el récord de victorias en un año con ocho (Catar, Argentina, Francia, Catalunya, Alemania, República Checa, Austria y Aragón), la esfera del peluco, del dicharachero, parlanchín e inteligente Mir marca las 15.36. ¡Vaya!, el 36, él ganará el título, el 15 de octubre.

En Motegi no es fácil encontrar un rincón para conversar con el nuevo ídolo de los 'moteros', con el muchacho que se ha alimentado de estupendos deportistas y atletas mallorquines para convertirse ¿verdad? en el nuevo ídolo de aquellos que aman el deporte en nuestras islas, cuna de un racimo de deportistas estelares, prodigiosos, no importa de qué deporte estemos hablando.

Y todo este cómo empezó, puede que se pregunten ustedes, pues parece que de una forma más divertida que premeditada. "Esto empieza de muchas maneras, en muchos sitios y de ninguna forma. Quiero decir que no sé muy bien cómo empieza, desde luego no porque un niño llamado Juan quisiera tener una moto antes que un balón de fútbol o porque, como relatan muchos pilotos, a lo primero que me subí, antes de caminar, fue a una moto de juguete. ¡Ni hablar! Esto empieza porque a mi padre Juan le gustan las motos, sí, y a mi tío Guillermo, las motos de agua. Pero si por familia fuese, yo debería ser campeón de skate, pues papá tiene una tienda en Palma que flipas. Pero, ya ves, Eva Perelló, la prima de papá, tuvo un romance con Jorge Lorenzo, y el primo de mi padre, Juan Perelló, tuvo de maestro a Chicho, el padre de Jorge, y yo acabé sintiendo curiosidad por ver cómo era la escuela de Chicho y ¡boooom! ahí me quedé".

Mir no cesa de agradecer a su entorno más personal, especialmente a sus padres y a su tío Guillermo, lo mucho que le han ayudado y animado a crecer en el mundo de las motos, que conoció de esa manera tan curiosa. Cuando le dices que resulta muy curioso, como ocurre en el caso de Valentino Rossi y su hermanastro Luca Marini, que haya quien defienda que el gen motero, el ADN de la velocidad, lo ha aportado mamá Ana y, en el caso del 'Doctor', Stefania.

"¡Oooooh, sí, Mauro! Mauro, mi hermano, es tremendo. Es veloz, sí, sí, otro apasionado de las motos. Tiene 11 años y quiere ser como su hermano Juan. Pues sí, puede ser que el gen sea de mamá, puede. No me había fijado en ese detalle y tiene gracia: Luca Marini, el hermanastro de Vale, es piloto y veloz; y Mauro va camino de serlo".

Mir reconoce que su manera de gestionar las carreras, eso que muchos llaman inteligencia, estrategia, sabiduría sobre el asfalto, son cosas que no se pueden entrenar. "Si lo tienes, lo tienes de serie. Me gusta, sí, estudiar las carreras, a mis rivales?Pero, bueno, este año me está saliendo todo bien. Mi respuesta en la pista tiene mucho de intuición, improvisación, creer en lo que haces, ser determinante".

En ese sentido, el joven balear odia, bueno, no le gustan, las carreras tumultuosas que, a menudo, se producen en Moto3, sobre todo las últimas en las que muchos "demasiados" piloto se comportan con cierta temeridad "porque se están jugando el contrato del próximo año, tener una moto competitiva o, incluso, encontrar patrocinador. "Lo de este año de Silverstone (acabó séptimo) y Mugello (terminó quinto) fue una auténtica locura y son carreras dificilísimas de gestionar y no estuve demasiado bien, no".

Eso sí, reconoce que, a menudo, las carreras, vistas desde fuera, desde la tribuna, desde la grada, desde la sala de prensa, "parecen mucho más caóticas de lo que son en realidad, pues muchas veces, cuando nos juntamos cuatro o cinco de los favoritos, todo fluye mucho mejor, aceleramos, frenamos, nos plegados en los mismos puntos y es una delicia ir pegaditos unos a otros".

No se ve campeón, aunque todo el mundo le hable ya como campeón. Le gustaba, y mucho, mucho, serlo al inicio de la temporada "pues jamás me lo tomé con presión sino como algo motivador y, sobre todo, como un reconocimiento que te hacía la gente a la que he intentado siempre no decepcionar". Eso sí, cuando le dices que el mensaje que emite el 'paddock' desde hace meses es el de señalarle como el próximo grande de la cuna de campeones que produce España, Mir se queda un poco atónito.

"¿Lo dicen en serio? ¡me flipa!, porque me están poniendo a la altura o en los inicios de pilotos que han sido mis ídolos, todos, todos, ponga usted el nombre que quiera. Y me flipa porque he sido de los chavales que ha empezado en esto más tarde, con más años o menos joven. Me flipa que la gente diga 'este Mir es el siguiente, el nuevo Márquez', o Lorenzo, o Pedrosa, o Viñales. Me enorgullece ¡claro que sí! y me lo tomo muy positivamente, pero para mí solo significa que voy por el buen camino, solo eso. Que es muchísimo, por supuesto".

Antes de despedirnos, le pido, por favor, que me defina a su piloto ideal. Y lo hace con detenimiento, demostrando,en efecto, que se fija, y mucho, en todos los buenos. "De Dani (Pedrosa) escogería su finura a la hora de pilotar; de Marc (Márquez), ese punto de locura que me encanta, entrar por donde no hay sitio, ese caerse y levantarse de inmediato, esa furia, me encantaría tenerla; de Vale (Rossi), el saber aprovecharse de todo en carrera para sacar lo mejor, tenga o no la moto a punto; de Lorenzo, su inmaculado pilotaje, finísimo; de Dovizioso, su determinación, inteligencia; de Viñales, lo práctico que lo veo, lo rápido que se adapta a todo".

Mir se prepara para su primera 'pelota de partido' en Motegi (Japón), antes de dar el salto a Phillip Island (Australia) y Sepang (Malasia). Si queda entre los dos primeros, ya es campeón. Y lo sería a lo grande, a lo bestia, como antesala, en efecto, de la carrera deportiva exitosa que todo el mundo presagia. Pero él no acaba de creérselo ni pretende demostrarlo en sus palabras y actitud, siempre modesta, siempre educada, siempre cordial, digan, sin duda, de esos papás que se sienten orgullosos de lo conseguido por su chico, aunque haya sido sobre una moto y no sobre un 'skate'.

Solo una prueba más de la expectación que genera Mir en Motegi. Le preguntaron a Marc Marquez, ¡ojito, a Marc Márquez!, si se atrevería a echarle un pulso a Mir con una Moto3. "Por supuesto, pero yo apostaría por Joan ¡vaya que sí!" Y es que el tricampeón de MotoGP, el líder de Honda, el muchacho que está a punto de conseguir la proeza de ganar cuatro de los últimos cinco títulos que se han disputado de la categoría 'reina', el campeonísimo más precoz de la historia, confesó su admiración por Mir.

"Que si lo veo tan bueno, evidentemente hay que darle tiempo al tiempo, pero su campeonato de este año es espectacular y está demostrando que es muy, muy, bueno. Ha de quemar las etapas y ha tomado una muy buena decisión saltando a Moto2 para seguir aprendiendo, pero ganar el Mundial de Moto3 es algo muy, muy, serio y demuestra que esa etapa la está pasando con nota".

Pero Márquez dijo más y justificó sus elogios. "En Moto3, las carreras son complicadísimas y muchas veces, muchas, no gana el más rápido, ni siquiera el mejor, sino el más listo, pues hay muchas carreras en grupo, y grupo numeroso, en el que los más rápidos ni siquiera se suben al podio. Y él las gestiona muy bien. Todo apunta a que será un gran piloto, sí".