Empate de manual en el derbi más esperado. La tensión desmenuzó un encuentro sobre el que se tenían puestas demasiadas expectativas. El fútbol brilló por su ausencia en Son Malferit y, pese a que las aficiones cumplieron con su papel desde la gradería, los futbolistas de ambos equipos no estuvieron a la altura.

Treinta y siete años llevaban ambas hinchadas esperando un encuentro que decepcionó a ambos bandos. El derbi palmesano sobre el terreno de juego fue tan solo un partido más de Segunda División B. Ni uno ni otro equipo consiguieron dotar de ritmo un enfrentamiento que durante la segunda parte se vio desbordado por una actuación arbitral decepcionante y que marcó el devenir del encuentro. El Atlético Baleares jugó con uno menos durante casi toda la segunda parte, tras una expulsión incomprensible de Gerard Oliva en el minuto 52, pero el conjunto local supo aguantar el envite bermellón y no se amedrentó ante el plantel de Moreno.

El Mallorca decepcionó. Jugó poco o nada a fútbol y no mostró mayores cualidades que las expuestas en sus dos primeros enfrentamientos en la categoría. Pero enfrente no estaba el Peralada ni la Peña Deportiva. El Atlético Baleares frenó las sutiles embestidas de los bermellones sin grandes alardes y el que debía ser el enfrentamiento del año quedó definido por el sopor, el hastío y el aburrimiento. Empieza a ser preocupante la falta de gol de los de Vicente Moreno y solo estamos en la tercera jornada de la competición. Ayer Aulestia, guardameta del Baleares, apenas tuvo que mancharse de caucho para revertir las ocasiones rojillas.

Reina tampoco tuvo que exhibirse en exceso y consiguió mantener la portería a cero un partido más, ya son 270 minutos. En el minuto 86, Borja obligó al guardameta malagueño a esforzarse, en la única actuación destacable del andaluz. La zaga bermellona también cumplió con su cometido. Grima se estrenó en partido oficial y no labró un mal encuentro. A Raíllo y Xisco Campos, contundentes y serios, tampoco se les puede poner ningún pero.

El verdadero problema bermellón nace en el centro del campo. Durante los 90 minutos se vio a un Mallorca desbordado en esa línea, sin ideas para crear y con mucho trabajo por hacer. Las tímidas ocasiones rojillas nacían de balones largos, algo con lo que insitía repetidamente Manolo Reina cuando sacaba desde su portería.

El Baleares estuvo a la altura del partido, que tampoco fue mucha. Aguantó el ritmo del encuentro y durante muchos minutos monopolizó la posesión del esférico. No se acobardó ante la supuesta superioridad del rival y le jugó de tú a tú. Xisco Hernández fue el hombre del encuentro. Casi fue el único futbolista que estuvo a la altura de lo que demandaba el partido. Repartió y distribuyó el juego de los suyos y gozó de alguna oportunidad para asustar al guardameta bermellón. De la Morena, expulsado por protestar en el minuto 56, decidió cambiarle en el 92 para que su gente agradeciera el gran trabajo realizado. Por su parte, las hinchadas cumplieron con su papel en las gradas de Son Malferit. Los cánticos con los que ambas aficiones alentaron el encuentro fueron lo más osado y divertido que se vivió ayer.

La primera parte fue una toma de contacto con el rival y el campo. El Mallorca no se encontró cómodo sobre el césped artificial de Son Malferit y sufrió más de la cuenta para meterse en el partido. El Baleares aprovechó este desconcierto del rival para hacerse con la posesión del balón en los primeros instantes. Xisco en el 16, Kike en el 25, Pol Roigé en el 32 y Damià en el 37 dispusieron de las mejores ocasiones para uno y otro equipo, por llamarle algo.

En la segunda parte el colegiado le puso picante al encuentro. Pese a la tensión que se vivía en el campo, los jugadores de ambos equipos respondieron con respeto sobre el césped. Incomprensiblemente, el colegiado expulsó en el minuto 52 a Gerard Oliva. El delantero catalán vio la primera amarilla tras una supuesta falta a Reina, que no fue. Segundos después vio la segunda por protestas al árbitro, un hecho que negó el jugador tras su expulsión. Pese a la inferioridad numérica, el Baleares mantuvo las formas y consiguió llegar al final del encuentro con la portería a cero. En el minuto 76 se produjo la única ocasión del partido de las botas de Cedric. El delantero bermellón aprovechó una equivocación de la zaga blanquiazul para adentrarse en el área y chutar al lateral de la red. El derbi palmesano decepcionó por el resultado, por el juego y por la ausencia de fútbol.