La afición del Atlético Baleares tiene motivos para soñar despierta. Y no solo por la estadística de pretemporada de su equipo -siete victorias en siete partidos jugados- ni por el 4 a 0 de ayer al Santanyí en el que es 'su' trofeo, el Nicolás Brondo. La realidad es que el equipo de Armando de la Morena llega enchufado y con hambre de gol al fútbol de verdad, el que se jugará a partir de este sábado en Son Malferit frente al Villareal B. Sin ir más lejos, la evolución del equipo desde que arrancó la pretemporada es más que evidente. Y no solo por los marcadores, sino por las sensaciones que transmite.

Del partido, solo tuvo la historia que escribió el Atlético Baleares ante los setecientos espectadores que acudieron a ver el encuentro. Antes de empezar, se guardó un minuto de silencio en memoria de Joan Bonet 'de Ses Pipes', su hijo Tomeu Bonet y el ex jugador del Atlético Baleares, Pere Vicens.

El Santanyí de Sergio Tiscar, que no estaba dispuesto a regalarle nada al cuadro anfitrión, mientras le duró la gasolina se mostró como un equipo digno, que aguantó bien las embestidas del once local, pero que al final tuvo que doblar la rodilla -sobre todo en la segunda parte- ante la superioridad tanto física como técnica que mostraron sobre la cancha los 22 futbolistas que ayer saltaron al terreno de juego. Gerard Oliva, al cuarto de hora, ya rompió el empate en el marcador. Su remate no pudo atajarlo el cancerbero Miguel Amengual -cedido precisamente por el Baleares- instalando el 1 a 0. Y pudo llegar rápidamente el segundo, pero la madera impidió que el zapatazo del propio Oliva acabase en el fondo de las mallas. Sergio Sánchez sí que perforó la portería rojiblanca, pero el colegiado del encuentro lo anuló por fuera de juego. Al final, a la tercera, llegó el segundo gol al filo del descanso, obra de Óscar Rico desde el punto de penalti, aunque el colofón al primer periodo no fue del todo deseable. El tesón de los visitantes y la intensidad local se tradujo en una tangana entre jugadores de uno y otro equipo que no pasó a mayores.

Tras el intermedio, con Claus ocupando la portería local en lugar de Aulestia, llegó de entrada otro gol anulado. En esta ocasión, parecía que el taconazo de Gerard Oliva lo ejecutaba en posición correcta, pero no lo entendió así el trencilla. A partir de aquí, empezaron a caer las ocasiones en cascada para el bando blanquiazul. Xisco de cabeza tras servicio por la derecha de Kike López avisó al cuadro de Sergio Tiscar de lo que se le venía encima.

Y después llegó el momento anecdótico del partido. Armando de la Morena decidió dar entrada al resto de futbolistas que no habían intervenido hasta entonces. Diez en total. Una imagen que no se ve de forma habitual ni siquiera en los amistosos. Un minuto después, llegó el tercer gol, obra de Nacho Heras, que ejecutó a la perfección una gran asistencia del ayer muy motivado Rodri. Y precisamente, sería Rodri el que pocos minutos después marcara el cuarto gol, de preciso cabezazo tras una no menos portentosa acción por banda diestra de Biel Guasp. A partir de aquí, el Santanyí movió piezas, empezó a meter gente de refresco, y el partido definitivamente se le nubló a los visitantes. Julio Delgado desde el punto de penalti y Álvaro Sánchez, por dos veces, tras sendos fallos de la zaga rojiblanca, tuvieron en sus botas la oportunidad de ensanchar más la herida visitante. No hizo falta. Lo serio empieza el sábado.