Alba Torrens se volvió a salir con la suya. Ayer se colgó su séptima medalla en competiciones internacionales con la selección española y se convierte en todo un referente del baloncesto femenino español. La jugadora de Binissalem, que el próximo jueves recibirá un premio en la fiesta de DIARIO de MALLORCA, se encuentra, a sus 27 años, en plena madurez personal y deportiva.

Se siente importante en el equipo y se la ve más feliz cada vez que se enfunda la camiseta de la selección española. Es por este motivo por el que no ha querido dar el salto a Estados Unidos, la meca del baloncesto, porque, siempre lo ha dicho, su prioridad es jugar con la selección española.

Habitual en los combinados nacionales de las categorías base, las medallas logradas no fueron por casualidad y su gran clase ya avanzaba que alcanzaría grandes cotas. Con 1'90 de altura y una agilidad impropia para su edad y estatura, su irrupción en la máxima categoría nacional del baloncesto femenino fue la anunciación de lo que estaba por venir. Progresó a pasos agigantados y se instaló en la elite en 2011, cuando con el Perfumerías Avenida de Salamanca se proclamó campeona de la Supercopa de España, Liga española y Euroliga; obteniendo además el galardón de 'Mejor jugadora de Europa' concedido por la FIBA.

El siguiente paso estaba cantado y en Turquía le abrieron las puertas. Una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha le dejó más de seis meses lesionada y con una campaña casi en blanco, pero en 2014 rubricó la confianza que le dio el Galatasaray para repetir final, triunfo y ser MVP en la Euroliga.

Sin cumplir los 25 años, otro grande de Europa la llamó a sus filas tras firmar con España un excelente Mundial (plata y elegida en el quinteto ideal). Con el Ekaterinburg ha seguido consiguiendo títulos, el último la Liga de Rusia, aunque ha disfrutado de menos minutos de los que hubiera deseado. Tras la medalla de plata en los Juegos de Río, ayer logró la de oro en el Eurobasket en un ciclo excepcional.